Hablar por teléfono en botes de Rexal
¿Cuántas historias, romances, desencuentros, citas o simples conversaciones habrán quedado guardados en más de 2 mil aparatos con que contaba la ciudad de Saltillo en 1939 del siglo pasado (20)? Realmente no tenemos la cuenta, pero sí el hecho mismo de contar con una copia muy interesante del Directorio Telefónico o Lista de suscriptores de la Compañía Telefónica y Telegráfica Mexicana, tanto en Saltillo, como en Ramos Arizpe.
En 1939 la capital del estado contaba con dos consulados, uno el de Estados Unidos y el otro de Gran Bretaña, ambos con domicilio por la señorial calle Victoria, muy cerca uno del otro, lo cual nos lleva a imaginar que habitaron aquí varios ciudadanos de las dos naciones.
¡Una extensión a su teléfono mexicano, es una extensión más de comodidad por unos cuantos centavos diarios!
(Decía el anuncio en la portada) Entre los apellidos predomina en la lista telefónica el Valdez, 49 familias con ese (mote). Tres agencias de inhumaciones, las de los señores Moya, don Jesús y don Fernando, una por Aldama y la otra por Juárez, así como la Compañía de Inhumaciones de la Cooperativa de Carpinteros de la ciudad de Saltillo, que estaban más organizados que ahora.
Había en la ciudad un médico muy famoso, el doctor Amarillas, que según decían algunos vecinos del Barrio Ojo de Agua, no tenía título, pero era más atinado que los que lo poseían. Ya existía la fábrica de embutidos de carne de puerco de los Hermanos Alanís. Una de muchas sastrerías que lleva el rimbombante nombre de Arte y Capricho, propiedad del maestro Dionisio de la Peña, ubicada en Juárez 205 poniente con teléfonos 8-20 y 11-55.
La provincianita saltillense, poseía cuatro bancos: Banco Capitalizador del Ahorro, Banco Nacional de México, Banco Purcell y Banco Refaccionario y Fiduciario de Coahuila, en lo que fue el bonito edificio que se ubicó en Juárez y Allende y que criminalmente fue demolido, lo que representaba un emblema de la ciudad y del Centro Histórico por su original arquitectura.
El maestro don Federico Berrueto Ramón, ilustre coahuilense de prestigio nacional, ya vivía con su familia en la calzada Antonio Narro, antes del Centenario en el número 53, con teléfono 1.58. Vicente Berlanga, tenía su gasolinera en las calles de Juárez y Abasolo, y por el rumbo existió una fábrica de bolsas de papel. Veinte boticas o farmacias inscribían la Compañía Telefónica Mexicana, entre ellas La Colón, de un extraordinario saltillense Aurelio Vélez Álvarez, que no solo vendía, sino que como cualquier médico, sin título recetaba y aplicaba inyecciones.
En la Zona Roja o de Tolerancia que en aquel entonces se ubicó en la calle de Terán número 48, entre Pérez Treviño y Comandante Leza, había un cabaret “El Cinco Rojo” que contaba con el teléfono 10-14, “para cualquier emergencia” rezaba la publicidad. Don Isauro Cabrera, padre de periodistas, atendía una tienda de abarrotes, en tanto que ya existía otro inolvidable personaje de nuestro Saltillo, don Raúl Aguirre, hermano de doña Carmen, la mamá de los muchachos Fuentes Aguirre, Jorge, Armando, Odila y Carlos. Don Raúl siempre tuvo un negocio de carga, reparación y fabricación de acumuladores para el automóvil. Su taller inicial se ubicó en Allende norte 723, teléfono 12-12. Él fue papá de “La Tía Teté”, cronista de sociales del periódico Vanguardia.
Existió una casa de salud, en un bello edificio en la calzada del Centenario, ahora Antonio Narro, donde lo mismo se atendía a enfermos, lesionados y servía de internado para personas con problemas mentales (una especie de manicomio). El doctor Gil Siller contaba con una clínica en la calle Obregón 5 Norte, teléfono 8-88 negro. Estaban en ese tiempo en plena campaña política dos candidatos a la Presidencia de la República y cada uno tenía su representación en la ciudad de Saltillo, registradas como Comité Pro Manuel Ávila Camacho, (que a la postre fue el ganón) y Comité Pro Almazán, que fue el perdedor. Las oficinas se encontraban a unos metros una de otra por la calle Venustiano Carranza, ahora Manuel Pérez Treviño. Ya existía la Compañía Industrial Saltillo fábrica de hilados y tejidos, con domicilio en Hidalgo norte 101, el teléfono 2-80.
El Congreso del Estado tenía sus instalaciones en el ala sur oriente del Palacio de Gobierno. El 40 Regimiento de Caballería contaba con un cuartel improvisado donde fuera el Colegio de San Juan, cuyos patios fueron deteriorados y convertidos en caballerizas. El terreno se extendía hasta colindar con algunos patios de domicilios en el Barrio del Ojo de Agua, donde la chiquillería observábamos las maniobras que los militares realizaban a bordo de los cuadrúpedos.
La famosa fábrica de sodas de carbonato (la antecesora de la Coca-Cola), propiedad de los Arizpe de la Maza, se anunciaba ya con el seudónimo de Fábricas El Carmen, en Ferrocarril número 25 y teléfono 42 negro.
La publicidad de este negocio, indicaba que la fábrica contaba con teléfono en cada uno de sus departamentos.
Mientras que en mi barrio los niños imitábamos a los mayores, jugando al telefonito, con aquellos envases cilíndricos de cartón del rexal, el complemento ideal para que las gordas de harina queden esponjaditas y sabrosas.