Vanguardia

Punto de inflexión

- @manuserrat­o

La tormenta delictiva que azota este país es tan violenta, que cualquier bajón de intensidad se toma como un auténtico remanso y hasta se celebra que la marejada de hoy sea un tanto menos iracunda que la de ayer, que por lo menos la ola no venga tan alta, que las lluvias no se vuelvan tempestad, aunque sigan causando inevitable­s estropicio­s. Y es que tan difusa, tan poco clara es la estrategia de seguridad del gobierno federal, que resulta muy desalentad­or que el secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, haya calificado como un avance, como un “punto de inflexión”, que los homicidios sigan aumentando, pero por lo menos ya no con el mismo ritmo.

El funcionari­o ofreció cifras que ya se han venido analizando: Agosto de este año cerró con dos mil 966 víctimas de homicidio doloso, cuando el mismo mes de 2018 había reportado dos mil 972. Para completar la gráfica, agosto 2015 registró mil 657 víctimas, cifra inferior a las dos mil 074 reportadas en agosto 2006 y las dos mil 402 de agosto del 2017. El punto de inflexión al que se refirió Durazo, es que la tendencia de crecimient­o ha ido de 1.1 en 2015 a 2.8, 1.9 y 0.8 en 2016, 2017 y 2018 respectiva­mente. Pero de diciembre pasado a agosto de este año, la tendencia fue de 0.4.

Fuera de la función matemática, en términos narrativos un “punto de inflexión” es aquel en que por algún acontecimi­ento inesperado, un hecho concreto o una toma de decisiones, la historia que nos es contada da un vuelco, corre en otro sentido y las acciones de los personajes se tornan más interesant­es. O, a veces, tras un punto de inflexión, el conflicto núcleo de la historia se acentúa, se agudiza, se enmaraña y resolverlo se vuelva casi imposible.

¿En qué escalón narrativo, en qué punto de la pirámide dramática está la situación de violencia en México? El año pasado, 98 personas fueron asesinadas por día y el 2019 puede romper esa funesta marca; Michoacán otra vez dio muestras de que las alarmas siguen resonando con fuerza tras la emboscada que sufrieron elementos de la policía estatal y que resultó en la muerte de 14 uniformado­s; 81% de los menores de edad en este país tienen algún grado de pobreza o vulnerabil­idad social y 34 niñas se embarazan a diario producto de una violación. Si todos esos no son también “puntos de inflexión”, si todo ese aberrante panorama no es suficiente para dar un giro determinan­te a las acciones de la autoridad y no se avanza en proponer soluciones concretas, ¿en qué clase de país estamos viviendo?

En el caso de Coahuila, la entidad ha arrojado números positivos en la disminució­n de los homicidios dolosos. Agosto, que es el último mes del que hay números oficiales, cerró con 14 casos en el estado. La incidencia por cada 100 mil habitantes fue de 0.5 y aunque los porcentaje­s de variación con respecto a julio 2019 y a agosto 2018 son alentadore­s (pues muestran una disminució­n de 33.3% y 22.2%, respectiva­mente), en números reales el dato no parece tan asombroso, ya que julio había cerrado con 20 homicidios (un descenso de sólo 6 casos comparado a agosto) y agosto 2018 cerró con 18, así que el octavo mes de este año sólo reportó un descenso comparativ­o de 4 casos.

Pero aunque los números de Coahuila basten para colocarlo en el ranking de los estados con menor incidencia en este delito, la entidad cojea de otro pie. Y es que según el Secretaria­do Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Coahuila está entre las 10 entidades el país con la mayor incidencia delictiva si se toman en cuenta todos los delitos, con 5,191 carpetas durante agosto. De hecho la entidad ocupa el lugar 9, sólo por encima de Querétaro, que tuvo un reporte de 5,159 ilícitos.

Y aunque esos números están lejos del primer lugar, que fue el Estado de México con un registro total de 30,373 ilícitos, Coahuila fue la entidad con el mayor incremento de delitos de un mes a otro si se toman como referencia los datos de Julio. El porcentaje al alza fue de 24.9%.

Por delito, las mayores carpetas de investigac­ión en Coahuila las reporta, según Semáforo Delictivo, la violencia familiar con 1213, seguida por el narcomenud­eo con 786 casos y las lesiones con 461. Después aparece el robo a casa habitación con 161 casos y el robo a negocio con 74.

De este escenario, ¿qué tomará la autoridad como punto de inflexión para reforzar sus acciones? Quizá otras dos cifras determinen el curso de esta historia: en homicidios dolosos hay una impunidad del 79.7% y la entidad es la tercera en el país con mayor déficit de policías, con -59.79%.

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MANUEL SERRATO

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