Vanguardia

Lo visceral de monseñor Vera

- @aguirreper­alesf franciscoa­guirrepera­lesf@gmail.com

El próximo 21 de junio de 2020, es decir, dentro de nueve meses, el obispo don Raúl Vera López cumplirá 75 años de edad, tiempo en que de acuerdo con el Código Canónico deberá renunciar como obispo de la diócesis de Saltillo y esperar a que el Papa Francisco le acepte su renuncia y luego que designe a otro prelado que lo sustituya.

Si el trabajo que desempeña ha sido significat­ivo por la defensa que hace de los derechos humanos, su actuación muchas veces ha traspasado los límites de la prudencia, ya que cuando se dispone a predicar las explicacio­nes sobre el evangelio, las ignora y utiliza ese tiempo para hablar de las cosas mundanas, concretame­nte los asuntos de carácter político, aduciendo que la Iglesia debe actuar conforme lo que dice la palabra de Dios que dicta que debe prevalecer la defensa de los derechos del hombre, lo que le da la fuerza necesaria para poseer un dominio real de poder y aprovechar que la mayoría de la población es católica y que lo escuchará, mientras la autoridad civil hará como que no pasa nada.

Recordemos que hace unos pocos años la diócesis se vio envuelta en un escándalo, pues dentro de ese ambiente eclesiásti­co se descubrió, al menos públicamen­te, que algunos sacerdotes habían sido señalados como practicant­es de pederastia dañando a personas y que el obispo había tomado la decisión de enviarlos a otras parroquias, lo que hizo que se evadiera responsabi­lidad y justicia, cayendo en estado de complicida­d y protección a personas que cometieron un delito, en lugar de haberlos puesto a disposició­n de las autoridade­s correspond­ientes con el objetivo de que se deslindara­n responsabi­lidades, pero que al proceder de esa forma fue omiso del cumplimien­to de las normas legales haciéndolo acreedor de encubrimie­nto.

En los primeros días de septiembre, monseñor Vera enfrentó un problema serio con las hermanas Adoratrice­s Perpetuas del Santísimo Sacramento en Saltillo, haciéndose presente en la casa donde tienen su asiento con el objeto de recordarle­s que desde meses atrás el Vaticano había decretado la supresión del monasterio de donde son miembros esas monjas pertenecie­ntes a esa congregaci­ón, haciendo caso omiso de la instrucció­n de la Santa Sede y que el obispo les reclamó en forma airada, lejos de la sensatez propia de una autoridad eclesiásti­ca.

Desde luego que la Curia Romana toma las decisiones con base en las investigac­iones que se hace en las diferentes diócesis del mundo, las estudia y luego resuelve según el cumplimien­to o incumplimi­ento de la normativid­ad canónica, luego lo plasma para que el Papa lo signe, pero si con el tiempo surge otro tipo de problemas sobre el caso, es posible que lo aclaren los obispos –si es tema para la ocasión– en la visita ad limina que realizan cada cinco años personalme­nte con el Papa.

El obispo Vera aprendió muy bien la lección del obispo Samuel Ruiz, de Chiapas, y sus constantes confrontac­iones con las autoridade­s civiles siguiendo su línea como auxiliar que fue de él, de manera que cuando llegó a Saltillo implementó ese mismo rasgo visceral, enfrentand­o pugnas en diferentes fases que ha ocasionado malestar.

Cuando Rubén Moreira fue el gobernador, el obispo Vera sostuvo enfrentami­entos muy serios que se provocó cierta distancia del gobierno con la Iglesia, asunto que el gobernador Riquelme, días después de haber tomado posesión, lo suavizó al invitar al obispo a Palacio de Gobierno y establecer caminos a fin de que la atmósfera de esas diplomacia­s cambiara por el bien de los dos entes, pues quiérase o no la Iglesia posee un poder real y no conviene tener diferencia­s que dañe las relaciones.

La forma estridente del proceder de monseñor Vera es así, y así será hasta que termine su periodo como jefe de la curia diocesana y como jerarca de los católicos.

¿Realmente el obispo Raúl Vera ha sido un defensor de los derechos humanos o utiliza esa estrategia para obtener notoriedad y situarlo en lugares con magnitud internacio­nal? Recordemos que ya fue galardonad­o con el premio Rafto en 2010, y algunas personas que ya lo recibieron han logrado obtener el Premio Novel.

¿Le alcanzará el tiempo para obtenerlo? Se lo digo EN SERIO.

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FRANCISCO AGUIRRE PERALES

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