Vanguardia

Cuando se desata la barbarie

- @_A_lfonsina

Todo ese deseo de agredir, destruir cosas materiales, incluyendo monumentos nacionales como el Ángel de la Independen­cia, lesionar por impulso irracional a 34 personas, como lo hicieron las mujeres encapuchad­as en su marcha feminista el pasado 19 de agosto, está basado en la impotencia y el resentimie­nto acumulado por años. Hasta que la olla explota.

La agresión es una energía biológica que normalment­e se usa para “desestruct­urar” algo que ya no soportamos más; para vaciar la zona media de un sentimient­o tóxico, en este caso (cobrar venganza llamando la atención para hacerse ver y oír) para experiment­ar una sensación fugaz de triunfo en el anonimato que garantiza impunidad. El contagio mental y la escasa inteligenc­ia emocional son ingredient­es muy peligrosos.

En busca de un recurso explicativ­o que nos ayudara a comprender un poco la acelerada descomposi­ción social de una ciudadanía desesperad­a que, cuando deja de ser individuo para convertirs­e en masa, actúa por instinto y replica en automático lo que ve hacer a los demás en el grupo compacto al que se suma, encontré la investigac­ión sobre cerebro-mente-comportami­ento, que en 1995 llevó a cabo un equipo de neurólogos italianos de la Universida­d de Parma dirigidos por

Giacomo Rizzolatti. El resultado fue un gran descubrimi­ento para la neurocienc­ia, equiparabl­e a lo que la decodifica­ción de la estructura del ADN significó para la biología.

Los neurólogos investigad­ores descubrier­on que en el hombre, a diferencia del mono, el sistema de neuronas espejo es capaz de codificar sus actos motores.

Las neuronas espejo. Estas neuronas se activan cuando un individuo realiza una acción, pero también cuando observa una acción realizada por otro individuo. Forman parte de un sistema de redes que integra las conexiones que hacen posible en sus circuitos neuronales: percepción-ejecución-intención.

Cuando un ser humano realiza acciones en contextos significat­ivos, tales acciones van acompañada­s de la captación de las propias intencione­s que motivan a llevarlas a cabo. La lectura que alguien hace de las intencione­s de otro es en gran medida atribución desde las propias intencione­s.

El movimiento, al ser observado, genera movimiento similar latente en el observador. Las neuronas espejo no son puramente motoras, ni puramente emocionale­s, sino ambas a la vez. En automático se multiplica la fuerte sensación: “tú sientes lo que yo estoy sintiendo”.

En otro orden de ideas. Los sociólogos señalan que cuando en el medio ambiente predominan factores que impulsan el desarrollo evolutivo de la gente, se logran condicione­s de desarrollo en ese país: seguridad, educación, respeto por la Ley, respeto interperso­nal, civismo, cultura general, deporte, negocios, apreciació­n del arte, orden, limpieza personal y habitacion­al. Se logra tener ciudades limpias, escuelas limpias, respeto interperso­nal y Honor (con mayúscula) que es el valor principal en Japón.

Podemos concluir por lo tanto que la barbarie replica barbarie y la cultura replica civilidad y desarrollo.

Referencia: García, E. (2008). “Neuropsico­logía y Educación. De las neuronas espejo a la teoría de la mente”. Revista de Psicología Educación, 1(3) ,69-89.

¡Decídete a ser feliz hoy!

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