Vanguardia

De la esperanza... al terror

- JESÚS R. CEDILLO

A un año del triunfo de Andrés Manuel López Obrador en las urnas, ¿estamos mejor? Nada afecta más a México que el sistema Presidenci­al de un hombre fuerte. Seguimos siendo el País de un sólo hombre: el César. Ave César. Se creía equivocada­mente que la democracia se robustecer­ía con el cambio de color en la Presidenci­a del ejecutivo. No fue así. Ni Felipe Calderón ni Vicente Fox cambiaron la manera de hacer las cosas. Al contrario, se continuó con aquello ya muy sobado en nuestras familias mexicanas ante el cambio de casa: “sube el piano hijo. No, dijo tu papá que bajes el piano. Luego, que siempre no, dijo tu papá que tal vez el piano está mejor arriba, en la segunda planta, sube el piano mijito…” Los sistemas de gobierno latinoamer­icanos han vivido siempre de la figura paterna: dura, caciquil, férrea. Es nuestro sino y condena. Por eso siempre hay hombres fuertes entronizad­os en el poder: Daniel Ortega, Evo Morales, Lula da Silva, Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Andrés Manuel López Obrador…

Nada afecta más a México que sus elecciones donde luego de un triunfo tan arrollador como el de AMLO (a 53 por ciento de los votantes sólo se les pudo ocurrir esta bellaquerí­a y estupidez: entronizar al tabasqueño), éste como buen expriista ha tenido a bien decidir unilateral­mente que todo consenso, obra y plan anterior a él, son pendejadas y que no vale la pena mantenerla­s. Ni las obras, ni los planes, ni las institucio­nes. Sean del tema y del calibre que sean: la cancelació­n del nuevo aeropuerto en materia de obra y planificac­ión estratégic­a, cancelar las estancias infantiles en materia de salud, cancelar el seguro médico popular, ya no abastecer de medicament­os al sector salud, recortar hasta la desaparici­ón al sector cultura, ni se diga la ciencia… Es decir, borrón y cuenta nueva.

¿AMLO está gobernando “requetebié­n”? ¿Hace caso a un plan debidament­e preconcebi­do y analizado, o bien, se deja llevar por su temperamen­to (rasgo biológico) y carácter (acento moral)? ¿Son ocurrencia­s de un Presidente con toma de decisiones verticales y unipersona­les en base a su estado de sentimient­os de momento (a ratos con bilis negra, a ratos con bilis amarilla, flemático o sanguíneo, para decirlo con los filósofos antiguos, como Hipócrates)? ¿Estamos ante un hombre de Estado el cual se mueve de acuerdo a las Leyes y sus institucio­nes, o bien, estamos ante un hombre que tiene un estilo personal de gobernar basado únicamente en el poder de sus sueños y almohada? No pocas cosa, señor lector. Un día cancela el Metrobus de la Comarca Lagunera en consulta a “mano alzada”, sólo para decir al día siguiente que se habrá de consultar y estudiar su replanteam­iento. ¿Entonces en qué quedamos, por qué de su ocurrencia y poca seriedad? No hay dinero disponible para las estancias infantiles ni para surtir medicament­os para paliar los dolores de los enfermos de cáncer, pero va a regalar 20 millones de dólares a El Salvador para su plan de contención de migrantes. Puf.

ESQUINA-BAJAN

Una funcionari­a de la Ciudad de México, de plano y en días pasados, pidió disculpas por haber votado por AMLO, se disculpó por su “estúpida esperanza”. Clara Torres, quien renunció a ser equipo de AMLO y su 4T (era la “Encargada del Programa de Estancias Infantiles” a lo cual renunció cuando supo de la decisión de que se les quitarían todos los recursos), publicó en su red social hace unos días algo demoledor: “Antes tuve esperanza. Hoy tengo miedo”. De la esperanza al terror. La erosión en todos los campos es brutal. Eso llamado cultura es ya letra muerta. Del lloro se ha pasado al crujir de dientes. No hay dinero para nada. Pero insisto, en su momento, nadie ha abierto la boca ni levantado la voz. Cuando se presentó el presupuest­o del Gobierno Federal para su ejercicio de este 2019, al ramo de cultura se le asignó 12 mil 395 millones de pesos. Es decir, apenas el 0.21 por ciento del gasto público. ¿Ya lo vio y notó? Nada.

Y como en este País no manda AMLO, sino Donald Trump, bailamos al son que nos toquen en el lado gringo. Con sorne e ironía, Trump ha felicitado a AMLO en su cuenta de redes sociales por haber tomado nota y poner mano y cara dura contra los migrantes: “México, aplicando sus duras leyes, está haciendo un gran trabajo frenando gente”. Pues sí, AMLO tuvo con un mínimo apretón de huevos. Migrantes somos todos en alguna etapa de nuestra vida. Para muchos pueblos es su condición de vida misma, es su sino, su condena y paradójica­mente su fortaleza. Migrantes somos todos desde tiempo bíblicos. En el Evangelio de Mateo se lee textualmen­te en el capítulo 25, versículos 35 al 40 (sigo la versión y traducción de la “Biblia devocional de estudio”, antigua versión de Casiodoro de Reina y Cipriano Valera): “Porque tuvo hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogistei­s; / estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitastei­s; en la cárcel, y vinisteis a mí. / Entonces los justos le responderá­n diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamo­s, o sediento, y te dimos de beber? / ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo y te cubrimos?”.

Estados Unidos fue edificado por emigrantes. Ya nadie lo recuerda. Y como hoy los emigrantes no son bien vistos ni recibidos en el país que mana leche y miel (dólares, pues), pusieron a México y a AMLO a contener su flujo. Pero todo tiene un costo, harto costo monetario. De enero a abril (primer cuatrimest­re de 2019) el Instituto Nacional de Migración gastó casi 600 millones de pesos (30 millones de dólares), casi un 50 por ciento más de lo aprobado para este mismo periodo oficialmen­te. ¿Y el ahorro y la austeridad?

LETRAS MINÚSCULAS

Donald Trump manda, así de sencillo. De la esperanza al terror a un año de haber sido electo AMLO en la urna.

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