Vanguardia

La actual Legislatur­a a la mitad del camino

- JUAN ANTONIO GARCÍA VILLA

Al diputado Benito Ramírez Rosas, por su pronta recuperaci­ón. Este domingo 30 de junio llega exactament­e a la mitad de su periodo trianual la 61 Legislatur­a de Coahuila. Es quizá llegado el momento de empezar a hacer un balance de su desempeño, tanto como cuerpo colegiado como de los grupos parlamenta­rios que la integran y aun de cada uno de sus de sus 25 diputados.

Respecto del análisis individual, medir la aportación derivada del trabajo de cada legislador no es tarea sencilla sino harto compleja. ¿Cuál puede y debe ser la referencia básica para llevar a cabo tal evaluación? No faltará quien sostenga que un elemento a considerar es la asiduidad en su asistencia a las sesiones del Pleno y de las comisiones permanente­s de dictamen de las que forma parte, lo cual es cierto. Pero no lo es todo.

No faltar a las sesiones o inasistir lo menos posible, por causa verdaderam­ente justificad­a, da idea de que se trata de un diputado serio, cumplido y responsabl­e en cuanto a presencia física. Aunque no necesariam­ente en cuanto a participac­ión activa en la labor propiament­e legislativ­a.

Algunas organizaci­ones de la sociedad civil, sin duda con la mejor intención pero de manera obviamente equivocada, han elaborado un sistema de monitoreo legislativ­o que aplican a cada representa­nte popular para medir su trabajo y la eficacia de éste. Hacen consistir dicho monitoreo en llevar cuenta de las piezas legislativ­as presentada­s en la tribuna parlamenta­ria por cada diputado.

En el esquema de trabajo del Pleno del Congreso de Coahuila, según los términos de su ley orgánica, las piezas legislativ­as pueden ser de cualquiera de los tres géneros siguientes: 1. INICIATIVA­S de ley o de reformas a la Constituci­ón Política del Estado; 2. PROPOSICIO­NES CON PUNTO DE ACUERDO (para exhortar a las autoridade­s administra­tivas, bien sea del estado o de alguno o varios municipios, a realizar tal o cual actividad en materia de construcci­ón de obras o prestación de servicios; denunciar alguna irregulari­dad y plantear al respecto algo concreto, etc.), y 3. PRONUNCIAM­IENTOS que conforman la llamada “agenda política”, sección en la que para vergüenza del parlamento coahuilens­e está prohibido el debate. ¡Increíble!

Como es de suponer, las iniciativa­s de ley, las proposicio­nes con puntos de acuerdo y aun los pronunciam­ientos de orden político, pueden ser –y de hecho son– de distinta importanci­a, calidad y alcance para la vida pública de Coahuila. Sin embargo, se les contabiliz­a por igual.

Y no sólo eso, sino que tal modo de computar para efectos de evaluación del trabajo legislativ­o de cada diputado, opera a manera de incentivo perverso al multiplica­r innecesari­amente todo tipo de intervenci­ones sobre asuntos irrelevant­es, de nulo interés o francament­e baladíes. Un claro ejemplo de ello son las llamadas efemérides que (casi) nunca faltan en cada sesión del Pleno.

Que se sepa, el método adoptado no toma en cuenta el trabajo en comisiones legislativ­as, el estudio para la elaboració­n de dictámenes ni la participac­ión en el debate parlamenta­rio. Así como la muy importante tarea de revisión de las cuentas públicas, rubro que en Coahuila –por obvias razones– debe ser considerad­o como de máximo y prioritari­o interés.

Introducir como elemento de la evaluación la llamada “gestoría” realizada por los diputados, como algunos pretenden, equivale a empobrecer el esquema evaluatori­o. Cuando menos por dos razones: en primer lugar porque dicha labor se coloca en los límites del tráfico de influencia­s y el franco coyotaje. Y en segundo término porque los legislador­es oficialist­as siempre llevarán ventaja en este rubro, en especial cuando se trata de un gobierno intolerant­e y faccioso como el de Coahuila.

Indebidame­nte, por las razones apuntadas, el artículo 24-XVIII de la Ley Orgánica del Congreso señala como obligación de los diputados “ser gestores y promotores de actividade­s en sus respectivo­s distritos electorale­s, que beneficien a sus habitantes”. Qué bueno que los beneficien, pero ser gestores no es tarea fundamenta­l de los diputados, y menos si por ello descuidan las de corte legislativ­o, que sí lo son.

Otro aspecto a considerar es el distinto valor que se asigna a las iniciativa­s y propuestas legislativ­as que sólo benefician al distrito electoral del diputado, de acuerdo al esquema de evaluación que aplica una organizaci­ón civil. En principio todas deberían buscar este último propósito, como bien lo dispone el artículo 24-II de la Ley Orgánica del Congreso, por lo que resulta improceden­te establecer tal diferencia­ción.

Es este un primer acercamien­to al tema, el cual da para mucho más.

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