Abrazo, balazo, batazo, sargazo
Fieles a la tradición de “cajas chinas” que nos ponen o que nos autorecetamos, seguimos distrayéndonos en temas que, aunque importantes, no necesariamente son suficientemente prioritarios. Perdemos el foco con facilidad y nos dejamos llevar por titulares alarmistas o tendenciosos, frases aisladas, memes, noticias falsas y por la basura constante en redes sociales.
Uno de los temas recientes es el del sargazo. Muy pocos (tal vez incluido el Presidente) están realmente interesados en entender qué es y de qué tamaño es el problema real. No es claro si el problema es igual, mayor o menor que otros años, pero sin duda la atención que ha recibido lo hace ver como si estuviéramos en la antesala del apocalipsis, situación que desata una reacción defensiva poco seria del gobierno y del presidente, y esto a su vez detona un miniconflicto que parece desproporcionado comparado con problemas mayores que son urgentes y que tienen mucho más tiempo de estar en la lista de espera.
La existencia del sargazo, alga marina flotante de color café, está documentado al menos desde la época de Cristóbal Colón. Incluso existe el mar del Sargazo en el Atlántico y que se estima tiene una extensión de alrededor de 5 millones de kilómetros cuadrados (el territorio de México es de poco menos de 2 millones de kilómetros cuadrados y el de Coahuila es de unos 151 mil kilómetros cuadrados). Es decir, que el mar del Sargazo es más de 2 veces más extenso que el territorio nacional y unas 33 veces la extensión del estado de Coahuila. El sargazo no es exclusivo del Mar Caribe o el Océano Atlántico. En el Océano Pacífico, Corea del Sur ha sufrido desde hace años con la llegada de lo que ellos llaman “marea dorada” a lugares como Jeju, uno de los principales destinos turísticos de ese País. Se dice, sin pruebas firmes aún, que el cambio climático puede estar cambiando los patrones normales del comportamiento del sargazo en cuanto a cantidad y arribo a las costas.
Así y hasta que nos suelten la siguiente crisis o nos abran la siguiente “caja china” estaremos comentando y opinando de un tema del que sabemos nada o muy poco, como hacemos con muchos más. Sin embargo, me pareció que el tema del sargazo nos da oportunidad de comparar esa crisis que afecta a algunas playas del caribe, con la crisis de información y cohesión que sufrimos día con día en México. Da la impresión que el sargazo, visto como una especie de plaga, que incomoda, se ve y huele feo, es una buena metáfora para lo que llega a nuestras “playas cerebrales” y contamina nuestras neuronas día con día. Por un lado, declaraciones desafortunadas de un presidente que está sobreexpuesto en medios y que se pone en situaciones frágiles por opinar sin datos. Por otro, ciudadanos a todas luces alérgicos a la 4T y a AMLO que, flotando a la deriva, sólo esperan la menor oportunidad para señalar cualquier falla o percepción de falla.
Así, en un país donde salir a la calle es jugarse la vida; un país donde la economía no crece lo suficiente y no genera una cantidad de oportunidades proporcional a lo que demandan sus ciudadanos; un país donde todos sabemos que ha habido décadas de corrupción, pero no hay culpables; es en ese país donde hay quien se atreve a pedir la renuncia del Presidente por el sargazo que llega a las playas. AMLO insiste en “abrazo y no balazo”. Creo que podemos agregar el sargazo a su frase para definir lo importante. Es importante que se acabe la cultura del balazo (mejor seguridad), imponer una filosofía del abrazo (mayor solidaridad), juzgar a los que le han dado un batazo al presupuesto (atacar corrupción e impunidad) y no preocuparnos tanto por el sargazo. Estos temas no pueden estar compitiendo por la atención de Gobierno y ciudadanos. Tres son muy relevantes y el otro, aunque importante, no debería aparecer en las primeras 20 páginas de las prioridades de un país con tantos temas pendientes, claves y urgentes.