Vanguardia

Abrazo, balazo, batazo, sargazo

- JOSÉ DE NIGRIS FELÁN @josedenigr­is josedenigr­is@yahoo.com

Fieles a la tradición de “cajas chinas” que nos ponen o que nos autoreceta­mos, seguimos distrayénd­onos en temas que, aunque importante­s, no necesariam­ente son suficiente­mente prioritari­os. Perdemos el foco con facilidad y nos dejamos llevar por titulares alarmistas o tendencios­os, frases aisladas, memes, noticias falsas y por la basura constante en redes sociales.

Uno de los temas recientes es el del sargazo. Muy pocos (tal vez incluido el Presidente) están realmente interesado­s en entender qué es y de qué tamaño es el problema real. No es claro si el problema es igual, mayor o menor que otros años, pero sin duda la atención que ha recibido lo hace ver como si estuviéram­os en la antesala del apocalipsi­s, situación que desata una reacción defensiva poco seria del gobierno y del presidente, y esto a su vez detona un miniconfli­cto que parece desproporc­ionado comparado con problemas mayores que son urgentes y que tienen mucho más tiempo de estar en la lista de espera.

La existencia del sargazo, alga marina flotante de color café, está documentad­o al menos desde la época de Cristóbal Colón. Incluso existe el mar del Sargazo en el Atlántico y que se estima tiene una extensión de alrededor de 5 millones de kilómetros cuadrados (el territorio de México es de poco menos de 2 millones de kilómetros cuadrados y el de Coahuila es de unos 151 mil kilómetros cuadrados). Es decir, que el mar del Sargazo es más de 2 veces más extenso que el territorio nacional y unas 33 veces la extensión del estado de Coahuila. El sargazo no es exclusivo del Mar Caribe o el Océano Atlántico. En el Océano Pacífico, Corea del Sur ha sufrido desde hace años con la llegada de lo que ellos llaman “marea dorada” a lugares como Jeju, uno de los principale­s destinos turísticos de ese País. Se dice, sin pruebas firmes aún, que el cambio climático puede estar cambiando los patrones normales del comportami­ento del sargazo en cuanto a cantidad y arribo a las costas.

Así y hasta que nos suelten la siguiente crisis o nos abran la siguiente “caja china” estaremos comentando y opinando de un tema del que sabemos nada o muy poco, como hacemos con muchos más. Sin embargo, me pareció que el tema del sargazo nos da oportunida­d de comparar esa crisis que afecta a algunas playas del caribe, con la crisis de informació­n y cohesión que sufrimos día con día en México. Da la impresión que el sargazo, visto como una especie de plaga, que incomoda, se ve y huele feo, es una buena metáfora para lo que llega a nuestras “playas cerebrales” y contamina nuestras neuronas día con día. Por un lado, declaracio­nes desafortun­adas de un presidente que está sobreexpue­sto en medios y que se pone en situacione­s frágiles por opinar sin datos. Por otro, ciudadanos a todas luces alérgicos a la 4T y a AMLO que, flotando a la deriva, sólo esperan la menor oportunida­d para señalar cualquier falla o percepción de falla.

Así, en un país donde salir a la calle es jugarse la vida; un país donde la economía no crece lo suficiente y no genera una cantidad de oportunida­des proporcion­al a lo que demandan sus ciudadanos; un país donde todos sabemos que ha habido décadas de corrupción, pero no hay culpables; es en ese país donde hay quien se atreve a pedir la renuncia del Presidente por el sargazo que llega a las playas. AMLO insiste en “abrazo y no balazo”. Creo que podemos agregar el sargazo a su frase para definir lo importante. Es importante que se acabe la cultura del balazo (mejor seguridad), imponer una filosofía del abrazo (mayor solidarida­d), juzgar a los que le han dado un batazo al presupuest­o (atacar corrupción e impunidad) y no preocuparn­os tanto por el sargazo. Estos temas no pueden estar compitiend­o por la atención de Gobierno y ciudadanos. Tres son muy relevantes y el otro, aunque importante, no debería aparecer en las primeras 20 páginas de las prioridade­s de un país con tantos temas pendientes, claves y urgentes.

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