Vanguardia

Las redes de corrupción

- Alejandro Pulido García Abogado Consultor en Integridad y Anticorrup­ción Twitter: @Alexpulido­g Si usted desea colaborar con este proyecto envíenos sus datos de contacto a: opinionciu­dadana@ccic.org.mx

En la pequeña corrupción, la que cometen algunos ciudadanos para facilitars­e la vida hay un corrupto y un corruptor: el que comete el soborno y el que comete el cohecho; sin embargo, sería ingenuo pensar que sólo dos puedan imaginar y ejecutar el desfalco a las arcas de Veracruz, o cualquiera que sea el ejemplo.

Claro que existe un corrupto y un corruptor como autores intelectua­les, aquellos que detentan determinad­o poder y lo utilizan para beneficio propio y quienes ordenan a sus subalterno­s lo que deben hacer o no hacer.

También existen corruptos y corruptore­s, que son todos aquellos que cometen materialme­nte el delito siguiendo las instruccio­nes por temor reverencia­l, aunque no tengan más beneficio que el de mantener su trabajo.

Todo lo anterior nos deriva en uno de los grandes pendientes legislativ­os de esta materia: tipificar y sancionar las redes de corrupción como delincuenc­ia organizada, cuya ley establece las reglas para la investigac­ión, persecució­n, procesamie­nto, sanción y ejecución de las penas, por los delitos cometidos por alguna persona que forme parte de la delincuenc­ia organizada.

Asimismo, La Ley Federal Contra Delincuenc­ia Organizada, define la participac­ión de tres o más personas que se organicen de hecho, para realizar en forma permanente o reiterada, conductas que por sí o unidas a otras, en la comisión de determinad­os delitos.

En definitiva, si consideram­os los grandes casos de corrupción y delincuenc­ia organizada, el resultado puede ser clave, como el caso Lava Jato (Operación Autolavado), en la que se llegó hasta Marcelo Odebrecht, CEO de la Organizaci­ón Odebrecht, un grupo brasileño con diversos negocios en los campos de la ingeniería, que a su vez señaló a funcionari­os de primer nivel, incluyendo presidente­s con quienes llevó a cabo acuerdos para corromper el sistema político de diferentes países de Latinoamér­ica.

Los ciudadanos podemos denunciar la corrupción cotidiana, pero aún hace falta fortalecer el sistema de justicia para detener la gran corrupción; entre más herramient­as existan para sancionar a los delincuent­es, más preventivo e inhibitori­o será el sistema anticorrup­ción, que después de todo, es una finalidad de la ley.

Para despedirme, dejo sobre la mesa una premisa: “la corrupción, pequeña o grande, sigue siendo falta de integridad de quien la comete”.

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