Las redes de corrupción
En la pequeña corrupción, la que cometen algunos ciudadanos para facilitarse la vida hay un corrupto y un corruptor: el que comete el soborno y el que comete el cohecho; sin embargo, sería ingenuo pensar que sólo dos puedan imaginar y ejecutar el desfalco a las arcas de Veracruz, o cualquiera que sea el ejemplo.
Claro que existe un corrupto y un corruptor como autores intelectuales, aquellos que detentan determinado poder y lo utilizan para beneficio propio y quienes ordenan a sus subalternos lo que deben hacer o no hacer.
También existen corruptos y corruptores, que son todos aquellos que cometen materialmente el delito siguiendo las instrucciones por temor reverencial, aunque no tengan más beneficio que el de mantener su trabajo.
Todo lo anterior nos deriva en uno de los grandes pendientes legislativos de esta materia: tipificar y sancionar las redes de corrupción como delincuencia organizada, cuya ley establece las reglas para la investigación, persecución, procesamiento, sanción y ejecución de las penas, por los delitos cometidos por alguna persona que forme parte de la delincuencia organizada.
Asimismo, La Ley Federal Contra Delincuencia Organizada, define la participación de tres o más personas que se organicen de hecho, para realizar en forma permanente o reiterada, conductas que por sí o unidas a otras, en la comisión de determinados delitos.
En definitiva, si consideramos los grandes casos de corrupción y delincuencia organizada, el resultado puede ser clave, como el caso Lava Jato (Operación Autolavado), en la que se llegó hasta Marcelo Odebrecht, CEO de la Organización Odebrecht, un grupo brasileño con diversos negocios en los campos de la ingeniería, que a su vez señaló a funcionarios de primer nivel, incluyendo presidentes con quienes llevó a cabo acuerdos para corromper el sistema político de diferentes países de Latinoamérica.
Los ciudadanos podemos denunciar la corrupción cotidiana, pero aún hace falta fortalecer el sistema de justicia para detener la gran corrupción; entre más herramientas existan para sancionar a los delincuentes, más preventivo e inhibitorio será el sistema anticorrupción, que después de todo, es una finalidad de la ley.
Para despedirme, dejo sobre la mesa una premisa: “la corrupción, pequeña o grande, sigue siendo falta de integridad de quien la comete”.