Vivos se los llevaron
Uno de los rasgos distintivos de la pasada administración estatal fue la atención a las familias de personas desaparecidas, cuyo registro obra en los expedientes de la hoy Fiscalía General. Desde el inicio de su gestión, Rubén Moreira reconoció la problemática e implementó mecanismos para llevar a cabo reuniones periódicas con los colectivos de familiares. Así, se creó un grupo autónomo de trabajo para dar seguimiento puntual a los acuerdos emanados de las referidas reuniones; se actualizó el marco jurídico aplicable y se diseñaron programas especiales de atención integral a las necesidades de aquellos que sufren la ausencia por la desaparición de un ser querido. De hecho, como en su momento se mencionó en esta columna, justo hace un año fue promulgada la Ley para la localización, recuperación e identificación forense de personas de Coahuila; la cual, además de ser la única de su tipo en el País, tiene la peculiaridad de haber sido redactada en su totalidad por los mismos familiares, a través de los diferentes colectivos a los cuales pertenecen y con el apoyo de la oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la Cruz Roja Internacional y la Universidad Autónoma de Coahuila. Incluso, casi al concluir la administración anterior, el Congreso local aprobó por unanimidad las reformas propuestas por el ejecutivo a las leyes de educación y salud estatales, con el fin de dar derecho de preferencia en la atención a quienes acrediten ser familiares de personas desaparecidas en los términos de la Ley de víctimas, asumiendo éstos, en su conjunto, el carácter de grupos vulnerables para los efectos de las citadas leyes.
Seguramente, ante el inicio del nuevo gobierno, una de las principales preocupaciones de aquellos que invierten los afanes diarios en la búsqueda de los desaparecidos, era la continuidad en las acciones y programas, tanto de localización, como de atención y adecuación normativa en la materia. Si bien, como en toda relación cercana, los altibajos se hicieron presentes, hubo seis años de intenso trabajo coordinado entre autoridades y familiares, lo que colocó a Coahuila a la vanguardia en la protección y defensa de los derechos de quienes sufren este terrible flagelo.
Con firmeza y decisión, Miguel Riquelme ha demostrado en los primeros días de su gobierno que sabe asumir los desafíos que conlleva el mandato. En la fijación de prioridades, entablar un diálogo franco y honesto con los familiares de personas desparecidas se antojaba impostergable. Así lo hizo, y con ello abrió una nueva ventana de esperanza para las madres y padres; esposos, esposas e hijos de quienes aún se desconoce su paradero. Aunque está reunión reviste especial importancia por que en ella se fijó la agenda de trabajo que habrá de desarrollarse desde ahora y en los próximos años, la apertura mostrada por Riquelme no es cosa nueva. Ya en las campañas electorales, mientras los otros candidatos se daban hasta con la cubeta en un debate organizado “a modo” en la ciudad de los grandes esfuerzos, para favorecer al candidato azul, el ahora Gobernador prefirió permanecer en esta capital para recibir, por vez primera, a los que claman el regreso de los suyos. En ese entonces los otros contendientes aprovecharon para criticar ácidamente la ausencia del lagunero en aquel encuentro. Ahora ya sabemos que fue mucho más importante voltear la vista y tender la mano a los que, con razón, piden justicia; pero sobre todo, a los que exigen a una sola voz que les sea garantizado su inalienable derecho a la verdad.
Aquí en confianza, las desgarradoras historias se cuentan por miles. Con una gran valentía los familiares de personas desparecidas llegan a este pedazo de México para continuar la búsqueda, provenientes algunos de ellos de otros estados de la República. Todos, absolutamente todos cargan a cuestas la pesada loza que les dejo aquel a quien extrañan. En permanente incertidumbre, las horas se vuelven días y los días años. Talvez no haya un solo momento en el que no se pregunten calladamente: ¿Dónde está? De entre sus ropas sacan una desgastada fotografía y la colocan cerca de su pecho para hacer presente, al menos en forma simbólica, al que les falta, y repiten fuerte, cada vez mas fuerte: “Porque vivos se los llevaron; vivos los queremos”.
Escribió el poeta inglés William Cowper: “la ausencia de quien amamos es peor que la muerte y frustra la esperanza de forma más severa que la desesperación”.
@Ivo_garza www. vanguardia. com.mx/ diario/opinion
DANIEL INNERARITY
> La sociedad de los intrusos
FERNANDO SOTO BAQUERO
> La alimentación escolar, pieza clave contra el sobrepeso
MARGARITA ZAVALA
> Medio millón de esperanzas ¿Recuerdas, Terry, cuando nadaste por primera vez?
Eras un cachorro todavía; apenas sabías caminar. Y sin embargo cuando pasamos junto al estanque te lanzaste sin vacilar al agua. Me asusté. ¡Eras tan pequeño! Pero nadaste airosamente, jubiloso, y al nadar volvías hacia mí la cabecilla como diciéndome: “Qué tal ¿eh?”.
No debí sorprenderme. Eras un cocker. Los entendidos te llaman “perro de aguas”. En las cacerías eras el encargado de recobrar los patos que caían en la laguna abatidos por los disparos de los cazadores. Fue tu instinto; fue un atávico impulso el que te hizo arrojarte a las aguas del estanque.
Yo no era cazador, Terry, y quizás te extrañaba no verme rifle en mano. Así miraste quizás a quienes fueron tus dueños en pasadas vida. No sé… Soy incapaz de descifrar los círculos de la vida y de la muerte. También yo tengo instintos, ¿sabes?, que van por el río de mi sangre, antiguos llamamientos que me llevan a veces hacia el mal.
No digo eso, Terry, por culpar al instinto de lo que hago. Lo digo porque hubiera querido tener tu inocencia de criatura del Señor. Entonces habría hecho sólo cosas buenas, y te habría dicho: “Qué tal ¿eh?”.
¡Hasta mañana!...