Comienza una nueva era
Con escasos nueve años, Silvio Rodríguez comenzó a interesarse por la literatura al escuchar de su padre los poemas de José Martí y Rubén Darío. Fue en 1967 cuando el cubano universal escribió “La era Está Pariendo un Corazón”, tema que grabaría al año siguiente. Hay quienes afirman que el trovador se inspiró en la muerte de Ernesto “Che” Guevara para componer la canción que relanzaría con mayor éxito en 1978, en el famoso álbum “Al final de Este Viaje”. Independientemente del significado de sus estrofas, la letra del que es considerado uno de los imprescindibles “himnos” del cantautor nacido en San Antonio de los Baños, refiere el punto de partida de un momento histórico.
Aquí, en nuestra patria chica comenzó una nueva era. Tal y como lo establecen las normas aplicables, el primer día del mes de diciembre rindió protesta como Gobernador Constitucional de Coahuila el lagunero Miguel Ángel Riquelme Solís. Pocos días antes, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación confirmaría, a través de una resolución unánime, la validez de la elección local. Atrás quedaron (o al menos debieron quedar) los dimes y diretes, las consignas y descalificaciones que motivaron un conflicto postelectoral de proporciones nunca antes vistas en estas latitudes. Finalmente se llegó el día. Quien fue elegido democráticamente para encabezar el poder ejecutivo estatal, juró cumplir y hacer cumplir lo dispuesto por la Constitución y las leyes que de ella emanan y, al hacerlo, asumió los enormes retos que representa dirigir el destino de un estado en franco crecimiento.
Con aplomo, Riquelme recibió la estafeta de manos del que dijo que se encargaría de la seguridad, y lo cumplió. Al dirigirse a las y los coahuilenses, el ahora Mandatario estatal recordó los principales compromisos que contrajo durante la larga campaña política que lo llevó a la gubernatura. Lo mismo se refirió a sus planes para combatir la pobreza extrema, que aquellos que pondrá en práctica con el fin de dar continuidad al desarrollo económico alcanzado en los últimos años. Igual habló de los desafíos que habrá de enfrentar en materia de salud, que de los requerimientos para hacer que la educación de calidad llegue a cada rincón de nuestro territorio. Ofreció transparentar al máximo el quehacer gubernamental y llevar a cabo una efectiva rendición de cuentas. Refrendó, además, el ambicioso y anhelado encargo de mantener la paz de la que ahora gozamos, aplicando una política de cero tolerancia al crimen organizado.
A Riquelme lo esperaba ya la principal silla del Palacio Rosa, pero antes había que hablarles a sus adversarios; a aquellos que hicieron de la diatriba el pan suyo de cada día, y sin titubeos les dijo: “Coahuila requiere voluntad, pero sobre todo unidad. La unidad que va mucho más lejos de la que se pregona de manera populista”. “Reconciliación es lo que Coahuila necesita para consolidar la construcción de un estado de bienestar para todos”. Con esas palabras el hoy gobernador extendía la mano a quienes cuestionaron su legítimo triunfo y dejaba empeñada su palabra de gobernar para todos, teniendo como prioridad el fortalecimiento y la prosperidad de este pedazo de México.
Aquí en confianza, aún desconozco si aquel llamado a la reconciliación hizo eco en los oídos y mentes de sus destinatarios, pero en justicia y por el bien de las y los coahuilenses, esas palabras debieron ser escuchadas.
Considerada un icono de la democracia moderna, en 1987 Corazón Aquino fue nominada para recibir el Premio Nobel de la Paz. Quien se opusiera férreamente al régimen dictatorial de más de 20 años impuesto por Ferdinand Marcos y gobernara su natal Filipinas, alguna vez dijo: “La reconciliación debe ir acompañada de justicia, de lo contrario no durará. Todos esperamos la paz; no debe ser la paz a cualquier precio, sino la paz basada en la justicia”.
Seamos claros, aunque aún haya quienes le apuestan a que las cosas vayan mal, a Coahuila ineludiblemente le llegó el tiempo de la unidad. Es momento de mirar hacia adelante para edificar juntos, cada quien desde su trinchera, el estado que nuestros abuelos soñaron para nosotros. Ahí se los dejo para la reflexión. www. vanguardia. com.mx/ diario/opinion
ALBERTO AZIZ NASSIF
> Hambre de poder
CÉSAR CAMACHO QUIROZ
> Ley de Seguridad Interior, buena para México
JOSÉ RAMÓN COSSÍO DÍAZ
> Un falso y peligroso dilema No sé a cuál de los tres debo invitar a que venga a mi huerto de nogales: a Renoir, a Pissarro o a Van Gogh.
Y es que mi huerto está como para que lo pinten. El otoño ha puesto a los árboles una capa de oro, y todos los amarillos de Dios están en ellos.
Si mis invitados quieren pintar esa maravilla que Diosito ya pintó tendrán que apresurarse: dentro de unos días el prodigio que ahora vemos no lo veremos ya. La belleza, lo mismo que la felicidad, es fugitiva. A poco los árboles quedarán sin hojas, y lo que hoy es maravilla se volverá tristeza. Caminaré por el huerto entre una procesión de oscuros cuerpos que alzan al cielo sus brazos esqueléticos.
Pero eso será después. Ahora es la hermosura. Gocemos de ella, porque después ya no estará. Gocemos de ella, porque después ya no estaremos. Tomemos el instante —es lo único que tenemos— y disfrutémoslo. Mañana será otro día. (Quizá).
¡Hasta mañana!...