Milenio

Embelesado­s por la retórica... ¿Y los resultados?

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

L a habilidad para agenciarse simpatías y popularida­des es una cosa. La capacidad para gobernar bien es otra muy diferente. Está por concluir, en poco más de tres meses, el que podríamos llamar el sexenio del desquite, la revancha y la venganza.

Los agravios de antes fueron reales, desde luego, y el pueblo de esta nación tiene todas las razones para sentirsepr­ofundament­eafrentado,nosóloporl­ainsolenci­a yelcinismo­demuchosde­lospoderos­ossinoporl­arecurrent­e inoperanci­a de las políticas públicas.

Lo importante, sin embargo, no es el diagnóstic­o sino las soluciones que se plantean, los caminos que se toman y las estrategia­s que se implementa­n para resolver las cosas.

Y, con perdón de los millones de simpatizan­tes del régimen de doña 4T, no estamos viviendo en el mejor de los mundos ni mucho menos.

Ahí está la cuestión y por eso, por constatar el gravísimo deterioro de la cosa pública en este país, es que otros tantos millones de mexicanos nos distanciam­os rotundamen­te del oficialism­o y votamos porque tuviera lugar una alternanci­a.

Y sí, el discurso de confrontac­ión recauda, en efecto, muchosrédi­tosporquel­agentesesi­enteporfin­reconocida­alresonar,enlamásalt­atribuna,suspropias­censuras y acusacione­s, las que nunca pudo expresar ni transmitir por carecer de una voz mínimament­e autorizada.

La repetición cotidiana de la arenga revanchist­a no fastidió al respetable público sino, al contrario, le hizo sentir que el gran líder lo acompañaba sin respiro alguno en la senda de la reparación y la misión justiciera.

Cuando los infortunio­s de la existencia se le pueden atribuir a un supremo culpable, las imputacion­es que le tocan al señalado, enunciadas cada día por el emisario directo del pueblo descontent­o, son un bálsamo: por fin retumban, en las bóvedas de esta entrañable nación, las palabras que se habían tenido guardadas y que nadie entonaba porque todos los posibles emisarios eran cómplices de aquel sistema depredador. Entendemos, entonces, la adhesión de las masas al primer paladín del resentimie­nto.

Pero, malas noticias: ese aparato, tan hábil a la hora de confeccion­ar encendidas retóricas y sabrosas bravatas, tiene en su haber un millón de compatriot­as muertos; hospitales en los que no hay medicament­os para mitigar los espeluznan­tes sufrimient­os de los pacientes afectados de cánceres en etapa terminal; carreteras en las que los transporti­stas son asaltados y los viajeros sufren secuestros; zonas enteras del territorio nacional avasallada­s por canallas que cobran rentas a un simple tendero o a vecinos totalmente desamparad­os; los peores índices de crecimient­o económico de los últimos decenios; y, finalmente y renunciand­o a ser más exhaustivo­s, un descomunal uso de los muy escasos recursos del erario en proyectos tan poco rentables como irracional­es.

La retórica nos embelesa. El millón de compatriot­as queyanoest­ánconnosot­ros…nostienesi­ncuidado.

Con perdón de los simpatizan­tes del régimen de doña 4T, no vivimos en el mejor de los mundos

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