Milenio

Crimen: ya no es hora de ocurrencia­s

- CARLOS PUIG @puigcarlos

Terrible fin de semana de violencia que confirma que vivimos un muy mal año después de un periodo en que parecía que las cosas se habían al menos estabiliza­do, y según el gobierno empezaban a mejorar.

Llevamos muchos años, al menos desde 2007, queriendo explicarno­s qué es lo que sucede con la violencia. Hoy tenemos palabras que usamos cotidianam­ente como si fueran suficiente­s para tratar de definir un problema tan complejo, diverso y abrumador como el de la criminalid­ad mexicana. Algo así sucedió con los números, con nuestra obsesión, y me incluyo, con saber cuántos homicidios, dónde, qué día, que si eran producto del crimen organizado o no. De nada ha servido.

Pasan los días y la violencia sigue y crece. Cada vez con sucesos más extraños, como un secuestro masivo y la rápida liberación de casi todos los levantados —¿qué fue eso? ¿quién? ¿por qué?—. O más fosas, o más cuerpos, o carreteras tomadas por delincuent­es.

Que si somos el peor país del mundo, que si algunas de nuestras ciudades encabezan el listado de las más violentas del mundo.

El Inegi hace encuestas, el gobierno conteos, los medios las crónicas.

Ningún presidente gusta de hablar del asunto. El actual, el presidente López Obrador, lleva un sexenio diciendo lo bien que vamos y cómo la clave es, no solo utilizar a los militares para todo, sino reunirse a las seis de la mañana con su gabinete de seguridad.

No solo eso, le dijo a 60 minutes el domingo que la violencia es por el narcotráfi­co, o sea por el consumo estadounid­ense. También dijo que no hay impunidad en homicidios. Oquei.

Es su trabajo, como de todo presidente, decir que todo va bien, más si se está en campaña, como está él.

Y porque son tiempos de campaña, no es sencillo para las candidatas y el candidato decir algo que no suene a arreglo casi inmediatos, todos más o menos punitivist­as, como si las prisiones y la mano dura arreglaran algo. Tampoco los programas sociales, por cierto, a la luz de los resultados.

Uno supone, espera, que en alguna oficina de campaña alguien está haciendoun­trabajoser­io.Unaevaluac­ióndelos últimostre­ssexenios.Unamiradaa­cosas

_ que han funcionado en algunos estados y regiones y las que no. Y se piensen, no paraganaru­ndebate,sinoparaco­menzarla reparación de un país roto. NO será sencillo, ni rápido. Pero ya no aguanta más ocurrencia­s ni frases facilonas.

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