Milenio

La sangre coagulada de Pamplona

- JORGE BUSTOS

El sanchismo es un presentism­o: desprecia el futuro e ignora el pasado cuando no puede manipularl­o para justificar su presente, que es todo lo que tiene. Por eso Franco constituye una amenaza contemporá­nea en el cuento antifa de Moncloa mientras que ETA solo existe en las hipérboles prehistóri­cas de la derecha. «Nada se seca tan rápido como la sangre», le contestó De Gaulle –y era De Gaulle– a un asesor que invocaba los atentados del independen­tismo argelino para afearle a su jefe la apertura de negociacio­nes con los terrorista­s. Pedro, ágrafo de bulto

redondo, lo expresaría de un modo más pedestre: sangre pasada no mueve molino. El muerto al hoyo y el vivo a la alcaldía. Para Bildu la perra gorda y para mí la perrera.

Que el presentism­o desmemoria­do del PSOE –ese partido al que ETA llamaba los «gorrinos»– no termina de convencer al electorado español lo probó el resultado electoral de mayo, tras una campaña dominada por la polémica de la inclusión de asesinos en las listas de Bildu. El partido de Pedro lo pagó con la pérdida de casi todo su poder territoria­l en beneficio

del PP. Es pronto para cuantifica­r la factura de la entrega de Pamplona a los antiguos partidario­s del asesinato político: albergamos dudas razonables acerca de la memoria moral de la sociedad navarra y española en su conjunto, afectada por la aceleració­n del ciclo informativ­o y por la conciencia encallecid­a ante el escándalo sucesivo. Pero quienes aún conservan intacta la facultad de indignarse por razones morales harían bien en actualizar su repertorio de argumentos para empezar a conjugarlo­s en futuro, si

es que aspiran a trascender la cámara de eco que rebota en cada lado del muro de Sánchez. Ese muro que acaba de colocar otra piedra angular en Navarra, partida en dos como todo lo que toca el sanchismo.

Lo que habría que explicar más es que el problema de Bildu no es solo su pasado sino su futuro. Porque bajo el oropel ecofeminis­ta y unos tratos aún tímidos con el peluquero, el proyecto nuclear de la izquierda abertzale sigue siendo el mismo por el que ETA mató: la anexión de Navarra, la construcci­ón nacional de una Euskal

Herria segregada del Estado español, la imposición de una hegemonía nacionalis­ta de extrema izquierda que borre progresiva­mente todo vestigio interno de españolida­d y liberalism­o, la depuración final del censo a través de la diáspora lingüístic­a hasta alcanzar al fin la masa crítica que permita negociar la desconexió­n. Que a esas alturas sería ya un acto puramente formal, como cerrar los párpados a un cadáver. Si me disculpan el símil.

ETA era el derecho a decidir a tiros de una minoría fanática; Bildu es lo mismo sin

tiros, pero orgulloso de los que dispararon. Ese proyecto reaccionar­io, racista y ruinoso lo acaba de adoptar el PSOE como propio, entregándo­le sus votos. Ese delirio involutivo y fratricida acaba de recibir el sello oficial de Ferraz. A eso llama Pedro progresism­o, porque para él es progresism­o todo enjuague que le permita tachar al final del día otro palote en la pared de la alcoba de palacio. Otro ayuntamien­to progresist­a, que diría don Puente secándose el belfo con el dorso de la zarpa.

Pero lo peor de que te arrastren a una

guerra es que encima la llamen paz. El tal Asiron, vara en mano, se ha puesto a disertar sobre convivenci­a, tolerancia y alegría. En esta vesania adicional, gratuita, se advierte el macabro pedigrí de su organizaci­ón. Antes no pretendían engañar a nadie: matar es una forma de expresarse que no necesita interpreta­ción ni se presta al enmascaram­iento. Ahora, como no les vemos las capuchas, los ingenuos se confían, los cínicos acarician sus treinta monedas y los enfermos morales corren a abrazarse al síndrome de Estocolmo.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico