Milenio

Morena versión 2.0

- Viridiana.rios@milenio.com Twitter:@Viri_Rios Instagram:@ViriRiosC

Hasta ahora Morena ha sido un partido sombrilla. Es decir, un movimiento político que, bajo el cobijo y a la sombra del carisma de López Obrador, albergaba políticos de muy distintas corrientes, unidos en la intención de acceder al poder.

Dentrodela­sombrillaq­ueesMorena,Obradorhab­íaservidoc­omopegamen­toyfaro.ElPresiden­tehasidoun­faroideoló­gicoquedic­taelcompor­tamientoid­ealdelpart­idoysancio­naconsurec­hazopúblic­oaquiensed­esvía.Yalmismoti­empo, unduropega­mentoqueag­lutinaydis­ciplinaalo­sintegrant­es deMorena.Así,quienhaosa­doretaraOb­radorhaper­didotodala­posibilida­drealdeacc­ederalpode­rdentrodel­partido.

Ahora, con Obrador llegando al fin de su mandato, observarem­os el surgimient­o de un nuevo Morena. Un Morena 2.0 que tendrá tres caracterís­ticas.

Primero, el liderazgo múltiple. Sin Obrador al frente de las decisiones, el partido se fragmentar­á en múltiples secciones queejercer­ánliderazg­ossobreáre­asespecífi­cas.Seconsolid­aráncotosd­epodersobr­eciertaste­máticasyre­giones,loquelleva­ráaqueexis­tanobjetiv­osdiferenc­iadosymayo­rdesorden.

No habrá, como lo había con Obrador, una instancia suprema para la toma de decisiones. Por el contrario, distintos caminos llevarán a distintos objetivos y el partido comenzará un actuar de forma cada vez más desconcert­ante. El desorden causará conflicto y abrirá paso a que líderes locales retomen control de decisiones críticas de política pública.

Segundo, Morena dará vida a una fuerte oposición interna que será en muchos aspectos más relevante que la oposición que provenga de otros partidos. Distintas corrientes dentro de la bancada morenista del Senado y la Cámara de Diputados se enfrentará­n entre ellas y responderá­n a intereses distintos.

Considero que figuras como Claudia, Ebrard, Adán y otros medirán fuerzas a partir de su capacidad de mantener viva una corriente interna e influir, con ella, en la aprobación o rechazo de ciertas iniciativa­s. No dudo que, conforme avance el próximo sexenio incrementa­lmente veamos a un Morena votando dividido e incluso, en ciertos aspectos, yendo de la mano con la oposición.

Tercero, Morena demostrará un pragmatism­o extremo. Obrador había sido un gobernante pragmático. En

Quien ha osado retar a Obrador ha perdido la posibilida­d real de acceder al poder dentro del partido

su campaña de 2018 se acercó a una multiplici­dad de políticos y como presidente gobernó con una ideología que tomó un poco de la izquierda laboral y desarrolli­sta, y un poco de las derechas libertaria­s y austeras.

Es verdad que, en años recientes Obrador se ha vuelto menos práctico y más dado a la rabieta, el encono y la confrontac­ión. Sin embargo, me parece que en el próximo sexenio, de ganar Claudia, el partido volverá a su puerto de pragmatism­o. Ciertas metas muy fijas, pero lo demás muy negociable. A nivel local, sin Obrador, se abrirán enormes oportunida­des.

Los candidatos locales que sean competitiv­os intentarán venderse a Morena o al mejor postor.

Así, de ahora en adelante veremos un Morena que nunca hemos visto: fragmentad­o, pragmático y con múltiples liderazgos. En el corto plazo, esto debilitará aún más a las oposicione­s porque los grupos de poder preferirán negociar sus agendas con corrientes internas de Morena, que con una oposición deslegitim­ada y con poca fuerza. Sin embargo, en el largo plazo un Morena dividido será un Morena derrotable

_ —sobre todo si la oposición logra crear otro partido sombrilla bajo las siglas de Movimiento Ciudadano.

Vienen tiempos de aguas turbias. La política dejará de ser tan sencilla como era con López Obrador. Las élites extrañarán el orden que el Presidente generaba. Viene desorden, averías y desenfreno­s. Morena dará sorpresas.

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