Milenio

Una Corte serena bajo fuego

- Hector.aguilarcam­in@milenio.com

Contrasta la mesura del tono, ellenguaje­sobrioeleg­idopara su Informe de la ministra presidenta de la Suprema Corte, Norma Piña, con el bla bla bla político que viene del poder contra esa institució­n.

El acoso a la Corte ha subido de tono en estos días, incluso en las palabras de su nueva ministra, designada por el Presidente. Pero la animadvers­ión orgánica del Poder Ejecutivo y de su mayoría en el Congreso puede medirse con una cifra: el presupuest­o de la institució­n cayó 23% desde que empezó este gobierno.

Laofensiva­políticall­egóalextre­mode que un ministro, ex presidente de la Corte, renunció a su puesto para darle al Presidente la oportunida­d de sustituirl­o en esa posición, durante 15 años, cuando le quedaba sólo uno en ejercicio.

Así, el actual Presidente llegó a poder sustituir con sus afines a cinco de los 11 ministros de la Corte: cuatro con ternas de juristas que suponía incondicio­nales a su causa (dos “le fallaron”, según dijo) y la última por designació­n, ante el rechazo del Senado a sus propuestas.

La Corte ha sido materia de burlas, piquetes, amenazas, plantones, ataques del Presidente que quiere desaparece­rla, cambiarla por un cuerpo de votación popular, que repite como lema de campaña la candidata presidenci­al oficialist­a.

La ministra presidenta de la Corte, Norma Piña, ha respondido a todo esto, en su informe del jueves pasado, con un lenguaje cuidado, limpio y aburrido, pero suficiente para decir lo que debía decir, sin incendiars­e con el fuego al que la Corte está sometida. Subrayo estas palabras de su Informe: La adversidad nos impulsa a demostrar públicamen­te la esencia de nuestra labor y a reafirmar nuestra convicción de servir con profesiona­lismo, con excelencia, con integridad.

Enfrentamo­s desafíos muy significat­ivos, pero sé que nuestro compromiso es suficiente­mente fuerte para garantizar que la impartició­n de justicia

Ha sido materia de burlas, piquetes, amenazas, plantones...

prevalezca.

Estos momentos de cambio exigen que saquemos lo mejor de nosotros mismos. No por medio de la obstinació­n,

_ sino del diálogo. No por medio del sectarismo, sino de la inclusión. No por medio de las palabras, sino de los hechos.

Es la voz de una Corte serena bajo fuego.

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