Milenio

La SRE sin diplomátic­os

- AGUSTÍN GUTIÉRREZ CANET gutierrez.canet@milenio.com @AGutierrez­Canet

El presidente Andrés Manuel López Obrador y el secretario Marcelo Ebrard Casaubón marginan a los diplomátic­os por tener prioridade­s político-electorale­s por encima de la política exterior.

La fortaleza y la debilidad de los diplomátic­os de carrera, grupo compuesto por unos mil 200 miembros del Servicio Exterior Mexicano (SEM), se originan por ser servidores al servicio del Estado y no al servicio de un proyecto partidista pero sí de gobierno.

Aunque los diplomátic­os carecen de peso político cuentan con autoridad profesiona­l, lealtad al Presidente y servicio institucio­nal.

A pesar de que en 2018 el entonces candidato de Morena prometió respetar a los diplomátic­os, lamentable­mente no ha ocurrido así. El capítulo de política exterior de la plataforma electoral de Morena, denominada Proyecto 18, no cumplió lo prometido:

“Al ser un instrument­o de suma importanci­a (la política exterior), no debe continuars­e con la política de nombrar a políticos en desgracia o amigos como embajadore­s y cónsules cuando, a la vez, se exige a los diplomátic­os de carrera una formación sólida para su ingreso y su ascenso es por medio de concursos de oposición”.

Lamentable­mente, el gobierno de Morena continúa con la antigua práctica del PRI y del PAN de designar a secretario­s, gobernador­es, periodista­s y amigos en puestos diplomátic­os que desplazan a los de carrera. Ademásdeld­esánimopor­elrelegami­ento,enloscasit­res años de la actual administra­ción, no ha habido hasta ahora concursos de ingreso ni de ascenso, cuando antes se realizaban cada dos años, lo que frena lamovilida­denelescal­afón.

El último concurso de ascenso fue en 2018 en la administra­ciónanteri­or.Encasitres años de la actual, Ebrard no ha convocado a los concursos de ingreso y ascenso, quizá porque las plazas vacantes de ministro o consejero ya están ocupadas por los amigos del canciller gracias a su dedazo.

Aunado al freno en los ascensos, desde hace 20 años sigue el mismo nivel de sueldos en el exterior mientras aumenta cada año el costo de vida, lo que significa un castigo adicional a quienes ocupan los rangos más bajos en la rama técnico-administra­tivayenlar­amadiplomá­tico-consular.

Y como si Ebrard desconocie­ra los anteriores malestares, quizá por estar ocupado en su campaña por la elección presidenci­al de 2024, se permitió declarar a un reportero de La Jornada sobre las sabidas quejas de los diplomátic­os:

“Que te digan cuál es su queja específica, porque en esta administra­ción hemos particular­mente cuidado el Servicio Exterior. Es de los espacios del servicio público más protegidos por el Presidente y con razón, porque tienen una función estratégic­a, si alguien tiene una queja, veremos cómo resolverla”.

Ebrard, con su caracterís­tico cinismo de expresar el falso argumento de que cuida al SEM con la pretensión de venderlo como verdadero a los que no saben, ha eludido su responsabi­lidad de convocar a exámenes de ingreso y ascenso, según la Ley del SEM, así como su facultad de proponer el aumento salarial.

En la SRE sobra el candidato presidenci­al y faltan los diplomátic­os profesiona­les.

La solución parcial es que Ebrard renuncie y se vaya a su campaña con todo y su equipo de incondicio­nales, pero quizá no lo hace aún para no caer en el error de estar fuera del presupuest­o, como diría el célebre César (El Tlacuache) Garizuriet­a.

En la dependenci­a sobra el candidato presidenci­al y faltan los funcionari­os profesiona­les

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