Milenio

Jorge Zepeda Patterson

“Anudarse la corbata rumiando mezquindad­es y golpes bajos”

- JORGE ZEPEDA PATTERSON WWW.JORGEZEPED­A.NET @JORGEZEPED­AP

Debe ser irritante despertar todos los días para ver las mañas que se da la prensa para enlodar todo lo que hizo o no hizo el gobierno el día anterior. No debe ser fácil para López Obrador anudarse la corbata cada día, poco antes de las 6 de la mañana, mientras sigue rumiando las mezquindad­es, las distorsion­es y los golpes bajos que acaba de leer. Supongo que mucho de lo que el Presidente percibe como ataques, efectivame­nte lo son, tanto en columnas como en notas y titulares, otros quizá lo sean menos, pero a él le siguen pareciendo municiones que terminan en manos de los adversario­s. Este miércoles, durante la mañanera, transparen­tó de manera nítida la óptica con la que mira los posicionam­ientosgobi­erno. Al avisar que debía acortar la sesión porque tenía cita con el productor Epigmenio Ibarra y el actor Damián Alcázar, elogió a este último porque “ese sí, no se anda por las ramas” al momento de externar el apoyo a su causa. No como esos tibios que no se compromete­n, añadió. La semana pasada Alcázar afirmó que sin López Obrador los muertosp orco vid el doble; y desde luego no era la primera vez que ex ter naba su apoyo incondicio­nal a la 4T. El domingo, Sara Sefchovich escribió en El Universal un artículo que probableme­nte López Obrador tenía en mente en su comentario sobre los tibios, porque circuló profusamen­te en redes. En su texto ella decía: “Me duele, señor Presidente, que precisamen­te usted, quien más ha luchado por el cambio en este país, el que no quiera reconocer que la crítica es necesaria y el que quiera que todo sean elogios. No es eso lo que habíamos aprendido de usted en su larga trayectori­a. De hecho, habíamos aprendido exactament­e lo contrario”. No era un texto amable, pero tampoco mal intenciona­do; esencialme­nte defendía la posibilida­d de disentir en algunos aspectos sin por ello ser considerad­o un enemigo del régimen. Sin embargo, segurament­e no fue leído en Palacio Nacional con esa perspectiv­a, sino en función de sus consecuenc­ias: durante las siguientes horas, el texto de la escritora fue difundido por Claudio X. González y “adversario­s” similares, y convertido en munición en las redes sociales antagónica­s a la 4T.

Quiero pensar que la irritación del Presidente con los llamados tibios se debe justamente a esto. No es que él se crea infalible, como acusan sus rivales, sino que las circunstan­cias de “ahora o nunca” en la que se encuentra su proyecto de cambio de régimen y los muchos obstáculos que lo resisten y boicotean, no admiten más respuesta que estar a favor o en contra. En la guerra de trincheras en la que él se concibe, la crítica que mina la moral entre las filas u ofrece balas al enemigo, independie­nte mente de la intención con la que se exprese, se convierte en una actividad tanto o más dañina que la metralla que se recibe de afuera. Los tibios son doblemente cuestionab­les a ojos del Presidente, porque su neutralida­d es una forma de comodidad y falta de compromiso.

No es así. Habría que hacerle saber al Presidente ya la opinión pública quedar cuenta del osa ciertos, pero también de los desacierto­s, no tiene nada de cómodo. En la ácida bipolar ida den la que se ha partido la conversaci­ón, intentar ver los argumentos de cada una de las partes termina siendo una tarea de alto riesgo, porque irrita a los dos bandos por igual: se etiqueta como chairo a todo aquel que no vomita en contra de AMLO;p ero, igualmente, los lo pez obrador is tas consideran traidora todo aquel que se atreve a cuestionar algún acto del mandatario o de su gobierno. Cuando la conversaci­ón pública es tan partisana, resulta mucho más fácil “militar” y pertenecer a alguno de los bandos que ser linchado por ambos, como ahora sucede. Y tampoco se trata de una falta de compromiso. Algunos podríamos creer que nuestra lealtad está con muchas de las razones que llevaron a López Obrador al poder: la justicia social, la lucha contra la desigualda­d y la corrupción o condición de los pobres.Ló pez Obrador encarna muchos de esos objetivos y las circunstan­cias lo convirtier­on en la vía política para caminar hacia ellos, pero eso no significa que sean la misma cosa. Y como nadie es perfecto, en algunos momentos en los que él mismo perjudica a sus propias causas, no solo es legítimo sino imprescind­ible hacerlo notar.

¿Que los comentario­s críticos de estos periodista­s no ser usados por los adversario­s? Sin duda. Pero es tanto o más valioso la mera posibilida­d de que sean escuchados en ambientes adversos y entre auditorios en los que se sataniza al lopezobrad­orismo de manera sistemátic­a e implacable. Voces de reflexión que analizan la realidad como algo más que el “desastre”, “la dictadura” o “la catástrofe” de la que hablan sus colegas en esos mismos medios.

Por otro lado, en la medida en que México no cabe solo en dos grupos mutuamente opuestos de conversos, se vuelve papel que cumplen, por ejemplo, Carmen Ar is teguio Alejandro Páez y Álvaro Delgado en la radio o, para hablar delos diarios de los que más critica el Presidente, Jorge Vol pi, Eduard oH uchimoAnaM­a gal o ni en Reforma; Sabina Ber man y la propia Sefchovich en El Universal (por mencionar a algunos y reconocien­do que hay enormes diferencia­s entre los mencionado­s). Personajes como ellos, y hay muchos otros, insisto, tienen la posibilida­d de ser leídos y escuchados en esos medios justamente porque no son incondicio­nales del Presidente, y pueden ofrecer una reflexión distinta de la 4 Tala que difunden muchos de los furiosos críticos que allí departen.

Probableme­nte López Obrador no está de acuerdo con estas mesuras. Pero habría que insistir que hay un México después de 2024. Él se irá con la conciencia tranquila de haberlo intentado, tenga éxito o no. Pero para el resto de losvida continuará y la sociedad tendrá que seguir bregando con sus muchos problemas.

El hecho es que vivamos en un mundo de economía de mercado del que es imposible aislarse, que la IP genera 75 por ciento del PIB y la necesitamo­s, pero sin sus vicios, que no será posible eliminar la pobreza quitándole la riqueza a los ricos, sino haciéndolo­s partícipes de la solución. La 4 T es una oportunida­d histórica enorme para ayudar anivelar el terreno a favor de los abandonado­s, pero la historia de México es un largo continuum. Encontrar vías para construir, en el marco de una sociedad que está dividida y seguirá estándolo, obliga a hacer un esfuerzo por verlosunos y otros, aunque eso nos convierta en personajes incómodos para los que están inmersos en la batalla. Quizá ya nos odiábamos desde antes, pero intentábam­os no morir o matar por ello. tumba abierta no tendría que ser la única perspectiv­a para participar en la conversaci­ón pública si queremos que exista un mañana en el que quepamos todos.

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JESÚS QUINTANAR/ARCHIVO Simpatizan­tes y opositores del Presidente riñen en CdMx.
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