“La falta de matices insulta con endebles generalizaciones”
@_Maruan
Si la política es el transitar de las pasiones a la razón, la razón va perdiendo con la negación a enfrentar las contradicciones de cada pasión inicial. En este país hecho de injusticias quedaba enaltecer el desorden para dificultar aún más nuestras soluciones. A pesar del entusiasmo entre simpatizantes de la administración actual, un poco de espíritu republicano los llevaría a reconocer un gran elemento de crisis: la imposibilidad de diálogo alimenta la anulación del criterio.
Comunidades académicas, científicas, culturales. Defensores de derechos humanos. Familias de menores con cáncer. Decenas de miles que merecen saber qué faltó para evitar la muerte de los suyos a causa de la pandemia. Las causas del descontento son tan variadas como diversos los grupos que rechazan las acciones de un gobierno dedicado a ridiculizar enojos ajenos. No representarán grandes mayorías, pero en democracia un gobierno responsable se hace cargo de las angustias de las minorías.
Son rupestres las nociones de civilidad, verdad y democracia en quien evita el contraste de argumentos. Los costos democráticos y contra el Estado de derecho son altos si al formar criterio se escoge sólo el discurso oficial. Mayores si éste se rige por el aplauso. Contra razón se aplaude la prisión oficiosa y por su popularidad se hace ley. No hablemos más de justicia.
La falta de matices insulta con generalizaciones cuya permeabilidad solventa apreciaciones absolutas y endebles. Al defender las acciones del gobierno mexicano a partir de su retórica o encuestas de aprobación, vendría bien recordar que por un tiempo buena parte del planeta aseguró que la tierra era plana.
El ambiente político nacional vive plagado de una constante definición por oposición donde la identidad depende de no ser como el otro. Esta pobreza discursiva se muestra en el gobierno actual y en algunas de las amalgamas que se le oponen. En medio, un mundo de ciudadanos arrojados a la orfandad política.
Argumentar desde la aceptación lo que es justo esconde un error histórico: no existe gobierno con pulsiones autoritarias que no haya contado, en algún punto, con suficiente respaldo popular.
Sin criterio queda la doctrina de la relativización.
En democracia un gobierno responsable se hace cargo de las angustias de las minorías