Milenio

“Canto cuando me tomo un tequila y bailo al ritmo que me pongan”

Cardiólogo y apasionado del alpinismo, el senador por Morena habla de la satisfacci­ón que siente de subir a una montaña y afirma que la 4T es una solución distinta a los problemas de un país enfermo de gravedad

- CRISTINA GÓMEZ TAMAULIPAS

Las medicinas saben feo y las inyeccione­s duelen, pero son necesarias para salir adelante, señala Américo Villarreal Anaya, al comparar la atención que requiere un enfermo con las del país.

Para el senador de Morena y especialis­ta en cardiologí­a, México es como un paciente con cáncer cuyos tratamient­os (modelos económicos) fracasaron, por lo que la 4 T es una solución diferente.

El hijo del ex gobernador de Tamaulipas Américo Villarreal Guerra es apasionado del alpinismo, disfruta la belleza de los volcanes y montañas, así como la sensación que le produce llegar a la cima.

¿Cómo fue su infancia?

Soy el mayor de cinco hermanos, la que me precede ya no está con nosotros; crecí en una familia muy unida, de mucha convivenci­a e inducción a los valores y a la práctica del deporte.

¿Qué deportes practicaba? Mi padre era aficionado del atletismo, participó en competenci­as nacionales y centroamer­icanas con muy buenos récords y siempre nos indujo a participar; nos entrenaba en 110 metros con obstáculos, salto de altura y de longitud. A los 17 años comenzó mi gusto por el alpinismo; radicaba en Ciudad de México y con un grupo de amigos empezamos a subir a los volcanes, al Popocatépe­tl, al Iztaccíhua­tl, al Pico de Orizaba, después tuvimos la oportunida­d de escalar montañas, subí a la más alta de Europa, Monte Elbrus, y a Mont Blanc, y en América al Aconcagua, y otras montañas en el Ecuador como Chimborazo.

Llegué a Ciudad de México a los tres años, cuando mi padre se vino a trabajar a la entonces Secretaría de Agricultur­a y Recursos Hidráulico­s; de joven lo que más disfruté fue la vista de nuestros volcanes y la oportunida­d de ascenderlo­s.

¿Qué se siente llegar a la cima? La gran satisfacci­ón de lograr una meta, y si vas acompañado de un grupo de amigos con el mismo propósito y que te ayudan a que no flaquees, esa camaraderí­a genera una gran sensación de alegría en la cumbre de una montaña. Pero también en forma individual, el esfuerzo, tenacidad y sacrificio que significa.

¿Por qué estudió medicina? Desde chico me preguntaba cómo funciona el cuerpo humano, la respiració­n, los latidos del corazón, el pulso de las arterias. Creo que a través de la medicina tenemos la oportunida­d de ayudar a la sociedad a salir adelante de enfermedad­es. Tomo dos especialid­ades: medicina interna y cardiologí­a.

¿En qué momento empieza a gustarle la política?

En las sobremesas de los fines de semana mi padre platicaba de los problemas del país y sus posibles soluciones, desde una posición técnica, pero también desde un aspecto social y político. Tras esa convivenci­a, fui tomando esa visión directamen­te de mi padre, como funcionari­o público, y después desempeñán­dose en el ámbito político.

¿Qué edad tenía cuando su padre fue gobernador?

30, 32 años, recuerdo que me fui a radicar a Tamaulipas cuando mi padre estaba por iniciar su cuarto año de gobierno, pues en los primeros tres yo estaba concluyend­o mi segunda especialid­ad, así que llegué a los 33 a Ciudad Victoria, donde desde entonces vivo.

Me desempeñé en un inicio como médico del Hospital General, después fui jefe de cuidados intensivos coronarios y luego director de esa entrañable institució­n y más tarde recibo la oportunida­d como subsecreta­rio de Salud en las administra­ciones estatales.

¿Qué es lo que más disfruta hacer en su tiempo libre?

Me gusta mucho leer informació­n científica y ciencia ficción, pero procuro la convivenci­a con mis nietos, de siete y cinco años.

¿Baila?

Sí me gusta mucho bailar, ¡lo que me pongan!, agarro el ritmo.

¿Y canta? Sí y más si me tomo un tequila antes.

¿A la medicina le encuentra parecido con la política?

El país es como un paciente con una enfermedad delicada, grave, vamos a suponer un cáncer, se detectó años atrás, pero la alternativ­a de tratamient­o (modelos económicos) no fue exitosa.

¿Y la 4 T es una segunda opinión?

Cuando vemos que un médico no da los resultados esperados, buscamos esa segunda opinión con un tratamient­o distinto, es lo que está pasando a México, con un Presidente patriota.

¿Un nuevo tratamient­o con muchas resistenci­as? Muchas veces el inicio de un tratamient­o cuesta trabajo, a veces las medicinas saben feo o si se inyectan duelen, pero la idea es salir adelante de los problemas que nos aquejan.

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ESPECIAL “Me gusta mucho leer ciencia ficción, pero disfruto más estar con mis nietos”.

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