“Canto cuando me tomo un tequila y bailo al ritmo que me pongan”
Cardiólogo y apasionado del alpinismo, el senador por Morena habla de la satisfacción que siente de subir a una montaña y afirma que la 4T es una solución distinta a los problemas de un país enfermo de gravedad
Las medicinas saben feo y las inyecciones duelen, pero son necesarias para salir adelante, señala Américo Villarreal Anaya, al comparar la atención que requiere un enfermo con las del país.
Para el senador de Morena y especialista en cardiología, México es como un paciente con cáncer cuyos tratamientos (modelos económicos) fracasaron, por lo que la 4 T es una solución diferente.
El hijo del ex gobernador de Tamaulipas Américo Villarreal Guerra es apasionado del alpinismo, disfruta la belleza de los volcanes y montañas, así como la sensación que le produce llegar a la cima.
¿Cómo fue su infancia?
Soy el mayor de cinco hermanos, la que me precede ya no está con nosotros; crecí en una familia muy unida, de mucha convivencia e inducción a los valores y a la práctica del deporte.
¿Qué deportes practicaba? Mi padre era aficionado del atletismo, participó en competencias nacionales y centroamericanas con muy buenos récords y siempre nos indujo a participar; nos entrenaba en 110 metros con obstáculos, salto de altura y de longitud. A los 17 años comenzó mi gusto por el alpinismo; radicaba en Ciudad de México y con un grupo de amigos empezamos a subir a los volcanes, al Popocatépetl, al Iztaccíhuatl, al Pico de Orizaba, después tuvimos la oportunidad de escalar montañas, subí a la más alta de Europa, Monte Elbrus, y a Mont Blanc, y en América al Aconcagua, y otras montañas en el Ecuador como Chimborazo.
Llegué a Ciudad de México a los tres años, cuando mi padre se vino a trabajar a la entonces Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos; de joven lo que más disfruté fue la vista de nuestros volcanes y la oportunidad de ascenderlos.
¿Qué se siente llegar a la cima? La gran satisfacción de lograr una meta, y si vas acompañado de un grupo de amigos con el mismo propósito y que te ayudan a que no flaquees, esa camaradería genera una gran sensación de alegría en la cumbre de una montaña. Pero también en forma individual, el esfuerzo, tenacidad y sacrificio que significa.
¿Por qué estudió medicina? Desde chico me preguntaba cómo funciona el cuerpo humano, la respiración, los latidos del corazón, el pulso de las arterias. Creo que a través de la medicina tenemos la oportunidad de ayudar a la sociedad a salir adelante de enfermedades. Tomo dos especialidades: medicina interna y cardiología.
¿En qué momento empieza a gustarle la política?
En las sobremesas de los fines de semana mi padre platicaba de los problemas del país y sus posibles soluciones, desde una posición técnica, pero también desde un aspecto social y político. Tras esa convivencia, fui tomando esa visión directamente de mi padre, como funcionario público, y después desempeñándose en el ámbito político.
¿Qué edad tenía cuando su padre fue gobernador?
30, 32 años, recuerdo que me fui a radicar a Tamaulipas cuando mi padre estaba por iniciar su cuarto año de gobierno, pues en los primeros tres yo estaba concluyendo mi segunda especialidad, así que llegué a los 33 a Ciudad Victoria, donde desde entonces vivo.
Me desempeñé en un inicio como médico del Hospital General, después fui jefe de cuidados intensivos coronarios y luego director de esa entrañable institución y más tarde recibo la oportunidad como subsecretario de Salud en las administraciones estatales.
¿Qué es lo que más disfruta hacer en su tiempo libre?
Me gusta mucho leer información científica y ciencia ficción, pero procuro la convivencia con mis nietos, de siete y cinco años.
¿Baila?
Sí me gusta mucho bailar, ¡lo que me pongan!, agarro el ritmo.
¿Y canta? Sí y más si me tomo un tequila antes.
¿A la medicina le encuentra parecido con la política?
El país es como un paciente con una enfermedad delicada, grave, vamos a suponer un cáncer, se detectó años atrás, pero la alternativa de tratamiento (modelos económicos) no fue exitosa.
¿Y la 4 T es una segunda opinión?
Cuando vemos que un médico no da los resultados esperados, buscamos esa segunda opinión con un tratamiento distinto, es lo que está pasando a México, con un Presidente patriota.
¿Un nuevo tratamiento con muchas resistencias? Muchas veces el inicio de un tratamiento cuesta trabajo, a veces las medicinas saben feo o si se inyectan duelen, pero la idea es salir adelante de los problemas que nos aquejan.