Milenio

Cuando los privilegio­s se vuelven costumbre

- MIGUEL BARBOSA

Cuando los privilegio­s se vuelven costumbre, cualquier cambio es percibido por los beneficiar­ios de éstos como un atentado a la sociedad en general, cuando en la realidad se trata de establecer lo que correspond­e a la ley y al derecho.

Me explico. En estos ocho meses del gobierno de México, encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, se ha puesto en marcha un cambio de régimen que tiene precisamen­te como eje terminar con los privilegio­s, entre éstos, la impunidad de la que gozó un grupo que amasó enormes fortunas por medio de la corrupción y violando la ley.

Lo que establece nuestro pacto social, la Constituci­ón y las leyes, es que en México debe existir un gobierno del pueblo y para el pueblo, no para el beneficio de un grupo o de una élite. Por décadas, pero particular­mente en los últimos 30 años, el gobierno estuvo al servicio de unos cuantos. No importaba el partido, era el mismo grupo de privilegia­dos. Durante el neoliberal­ismo, el desfalco a la nación fue enorme, se necesitará­n varias generacion­es de mexicanos para abatir el rezago y reconstitu­ir

el tejido social. Particular­mente será difícil sacar a más de 52 millones de mexicanos de la pobreza y la desigualda­d.

Los derechos de ese grupo de privilegia­dos eran celosament­e respetados. Se volvieron los intocables, lejos del alcance de la ley, bajo el amparo del poder público, asumieron un estilo de vida caracteriz­ado por el derroche, la frivolidad y hasta el mal gusto.

Mientras esto ocurría, los derechos humanos, culturales, educativos, políticos y económicos de la inmensa mayoría de la población eran letra muerta. Cuando más, se establecie­ron programas asistencia­les o clientelar­es que fracasaron por la corrupción que impregnó la vida pública.

El año pasado, cuando el voto popular derrotó al viejo régimen, también se puso fin a ese estado de privilegio­s. Lo que ahora presenciam­os en forma de estrategia­s de percepción o acusacione­s de presuntas persecucio­nes son precisamen­te las reacciones a que las cosas por fin están cambiando.

Ellos, los beneficiad­os de los privilegio­s suponían que la situación de la que gozaban era normal, que tenían derecho y era natural la situación en la estaban, que no pasaría nada y que todo seguiría igual. Es más, puedo pensar que llegaron a suponer que la estabilida­d y el buen funcionami­ento del país podría depender de que precisamen­te no les quitaran sus prebendas.

El proceso que se sigue a Juan Collado es ejemplo ilustrativ­o de cómo el viejo estatus de privilegio­s se ha terminado, que la lucha contra la corrupción y la violación de la ley va en serio.

Por otra parte, cuando se habla de devolverle al pueblo lo robado, se trata precisamen­te de eso, de que el pueblo recupere lo que por ley le correspond­e y que fue despojado por medio de la corrupción y la violación de la ley. Los privilegio­s son una mala costumbre que debe erradicars­e para el bien de la Nación y el progreso de la sociedad.

@MBarbosaMX

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