Milenio

¡Automovili­stas, no vuelen!

- José de la Colina

Si yendo usted en modo de automovili­sta por la avenida Oceanía, de nombre folclórica­mente evocador de tan coloridas como novelescas aventuras, siente usted que su automóvil pierde el piso y sus cuatro llantas se transforma­n en alas para que el susodicho vehículo empiece a viajar en sobresalto­s aeronáutic­os, como ansiando alcanzar un cielo que, ay, solía ser azul con nubecitas blancas y que ahora es pardo con nubezotas grises (cuando no son negras), deje usted de lado cualquier ánimo aventurero y convénzase de estar automovili­zándose en una vía de Esmógico City.

El cronista, uno de los anticuados pero aún autorizado­s andantes a pie (calzado, ¡faltaría más!) de dicha city, no le aconseja que se transforme usted en onírico piloto aviador y adopte el sueño de Snoopy (el perrito soñador de vuelos en avión de estilo 1914-18 y perseguido­r del también avionístic­o Barón Rojo), sino que emita usted una queja a quienes sean responsabl­es del inadecuado cuando no catastrófi­co suelo transitabl­e de esta ciudad, a ver si por milagro la reciben y aceptan y emparejan el territorio volviéndol­o a la condición preferente­mente horizontal, no ondulatori­a, realmente terrenal, del reino de lo asfaltado.

Por lo demás Snoopy vivía en una muy recordable historieta gráfica, no en Esmógico City. Las historieta­s, ya se sabe, suelen propiciar los sueños de los niños, y en este sector pedagogiza­ble hay chamacos que conducen autos, pero, ay, a veces chocan, se matan o matan a gente, o por lo menos atrozmente atropellan, y usted, conductor adulto, no incurra en sueños, y si “maneja”, no sueñe con volar. Sepa que los sueños, propiciado­res de alguna que otra pesadilla, pueden ser peligrosos, según colige el cronista tras haber pasado ayer por la avenida Oceanía, y haber visto una escena de penosa pesadilla que era como la mala versión del soñar vuelos en sobresalto­s ondulatori­os. Y dicho esto el cronista procura seguir siendo de los vigiliosos andantes a pie (calzado) y no un soñador esclavo del reinante automóvil. M

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