El engaño como virtud y moral política
Andrés López Obrador terminó su discurso de toma de protesta como candidato a la Presidencia de la República en 2018 diciendo que se inspiró en Benito Juárez a un lado del PES; en Francisco I. Madero a un lado de Manuel Bartlett y Korrodi; en Lázaro Cárdenas, flanqueado por el anticardenista de derecha Germán Martínez.
Ante las críticas y dudas expresadas por liberales, demócratas y defensores de la soberanía, López Obrador suele decir que es para perdonar a los que no van a cambiar sus dichos y actos, pero es para “engañar a los enemigos…”, y “ya ganando” ¡zas! …acabar con ellos y la mafia del poder. Combatir corruptos con corruptos.
Como salida terapéutica para los que han comido tierra y le aceptan todo desde 2006, 2012 y ahora en 2018, la versión de engañar a los enemigos, dándoles posiciones para ganar y luego acabar con ellos, es una virtud sellada. Pero, ¿qué significará para el futuro del país si esta moral política gana?
Engañando a sus creyentes, su objetivo no es ganar, sino haber tomado el control de la oposición a perpetuidad, proclamándose a sí mismo como “honesto y valiente”, a manera de caricatura de Napoleón, para luego usar su poder de perdón y así reciclar la basura política y regresarla al servicio público ya sacramentada.
Ese, sin duda, ha sido su poder; respaldado no solo por sus fanáticos, sino también por sus detractores, que han descubierto que gracias a su política de engaño todos los corruptos y acusados de violaciones y crímenes pueden pasar como camellos en tropel por el ojo de su aguja.
Luego de haber usado y engañado a la izquierda diciendo que era de izquierda en 2006, pasó a engañar a los del centro en 2012, diciendo que era de centro con su República Amorosa; y ahora, en 2018, engaña a la derecha y ultraderecha diciéndoles que en verdad él siempre ha sido de derecha y su libro no son las leyes terrenales, sino la Biblia.
El gran engaño, versión política de la gran estafa, le dio vuelta a la ley electoral nombrando a “los coordinadores de organización” para imponer candidatos fuera del tiempo establecido de la ley.
Su récord de engaños del que va a gobernar el país en 2018 causa envidia entre el mundo de los mentirosos profesionales y el partido de los cínicos. Su semejanza no es con Maduro de Venezuela, sino con Daniel Ortega de Nicaragua.
Al decir que la “tercera es la vencida” es el argumento más convincente para todos aquellos que consideran que dejarse engañar es parte de la táctica genial, del que viene con sus engaños a salvarnos, engañando a todos.
El fenómeno de los engañados con los que engaña (charros, corruptos, autoritarios, excluyentes, derechistas) que serán diputados, senadores, gobernadores y perdonados gracias a él contrasta con los fieles engañados a los que no les va a tocar nada, salvo la promesa del cielo y “juntos hacer historia”.
Para sus feligreses, su engaño no ha sido solo genial, sino que muchos aspiran a imitarlo como futuros funcionarios y políticos. Es el cinismo hecho virtud que viene a gobernar, contra la vieja idea de que la verdad era revolucionaria. M