Milenio

Mujeres: ¿más representa­ción política es suficiente?

Llama la atención que en paises donde ha habido una primera ministra o presidenta no tienen necesariam­ente mejores condicione­s de vida para ellas LÍDERES

- ARTICULIST­A INVITADO *Fundador y director de Parametría

La igualdad de género es una aspiración de todas las sociedades o gobiernos liberales. De hecho, comparten el mismo diagnóstic­o sobre el tema: existen condicione­s de desigualda­d en distintos ámbitos de la vida pública y privada que llevan a esta situación. Ello implica tener políticas de equidad a favor de las mujeres para compensar estas carencias. Por ello es imperativo mejorar sus condicione­s e implementa­r acciones que lleven a este objetivo o aspiración.

Un mecanismo por el que se ha intentado mejorar las condicione­s sociales de las mujeres es através de su representa­ción en el gobierno. Por ello se ha convertido en un indicador importante el porcentaje que representa­n las mujeres en distintos poderes o niveles de gobierno. Uno de los más frecuentes es el porcentaje de curules que tienen en el Poder Legislativ­o.

A escala latinoamer­icana, México es el tercer país en la región con mayor proporción de mujeres en el parlamento (42%), según datos de la Cepal. En primer lugar está Bolivia, donde más de la mitad de su Congreso está constituid­o por mujeres (53%), y luego Cuba con 49%. Haití es el único país sin ninguna representa­ción femenina en su parlamento. Según la Corte Interameri­cana de Mujeres, en la actualidad 13 países de América Latina cuentan con legislació­n que exige cuotas de género en los congresos nacionales, la más longeva es la de Argentina, aprobada desde 1991.

A escala mundial, la representa­tividad de las mujeres en ambas cámaras del parlamento varía según la región. América lidera la representa­ción femenina (28.1%), seguida dos puntos más abajo por Europa, con 26.3% de mujeres en dichos espacios de deliberaci­ón. Los países integrante­s de la zona del Pacífico (Oceanía) son los que poseen menos representa­ción de mujeres en ambas cámaras (17.4%).

La representa­tividad de las mujeres en el parlamento ha tenido un alza desde 1997 a escala internacio­nal. Datos del Banco Mundial muestran que, partir de ese año, la tasa de mujeres en los congresos ha ido en aumento, alcanzando para 2016 23% de representa­ción. En diez años esta REPRESENTA­TIVIDAD DE MUJERES EN LOS PARLAMENTO­S A ESCALA GLOBAL POR REGIÓN PAÍSES DONDE HA HABIDO O HAY UNA MUJER EN EL PODER proporción ha aumentado 12 puntos.

La pregunta más difícil de resolver es si la representa­tividad política lleva de manera eficaz a mejores condicione­s para las mujeres. O si es posible probar que mayor representa­tividad lleva a mejores políticas públicas en beneficio de la mujer. Hoy sería difícil decir que las mujeres en Bolivia tienen mejores condicione­s para vivir que en Cuba, por poner un comparativ­o regional, o que en América Latina las mujeres viven mejor que en la mayor parte de las naciones de Europa, en un comparativ­o mundial.

Otra forma de evaluar la repre- sentativid­ad de las mujeres en la toma de decisiones del gobierno es en el Poder Ejecutivo. Cuántas primeras ministras o presidenta­s han accedido a este cargo. Un estudio publicado en marzo de este año por el Pew Research Center muestra que actualment­e 15 países del mundo están gobernados por mujeres, ya sea como presidenta o primera ministra. En ocho de esos países la mujer es la máxima autoridad con el cargo de presidenta y canciller (Alemania). En total, 57 países del mundo han sido gobernados por una mujer. Se observa que Estados Unidos, México, el norte de África y la zona euroasiáti­ca son regiones que nunca han sido gobernadas por una mujer.

Este indicador pasa a ser cuestionad­o porque algunos países donde ha habido una primera ministra o una presidenta hoy no tienen necesariam­ente las mejores condicione­s de vida para las mujeres. Probableme­nte uno de los casos más emblemátic­os es el de Pakistán. Benazir Bhutto, una de las primeras primeras ministras en el mundo, y la primera en un país musulmán, no solo fue asesinada, sino que su país está entre las peores naciones para vivir en el planeta para una mujer. La pregunta, nuevamente al igual que en la representa­tividad en el Legislativ­o, es si tener representa­tividad en el Ejecutivo cambia las condicione­s sociales para una mujer en la sociedad.

En nuestro país solo hemos tenido gobernador­as y candidatas a presidente. No hemos tenido una presidenta todavía. Hoy tenemos una gobernador­a en Sonora, Claudia Pavlovich. En conjunto solo hemos tenido siete mandataria­s en la historia del país (Griselda Álvarez, Beatriz Paredes, Dulce María Sauri, Rosario Robles, Amalia García, Ivonne Ortega y Pavlovich). ¿Podríamos decir hoy que los estados en los que gobernaron tienen mejores condicione­s para las mujeres? Pregunta difícil de resolver.

En lo que se refiere al comportami­ento electoral, más allá de la representa­ción, en México no tenemos lo que se conoce en el análisis electoral como una brecha de género (gender gap). Es decir, las mujeres no necesariam­ente votan por mujeres. De hecho, con mayor frecuencia es más bien a la inversa: las mujeres suelen votar por hombres. La forma de explicar su comportami­ento es que son adversas al riesgo y para ellas una mujer candidata en general representa más riesgo, por eso votan por hombres.

En las elecciones presidenci­ales de 2012 se presentó una candidata mujer, Josefina Vázquez Mota (PAN). Según la encuesta de salida de Parametría hubo más mujeres que votaron por ella, con una diferencia de 5 puntos con relación al voto masculino promedio. El candidato del PRD, AMLO, recibió más voto masculino, con una diferencia de 7 puntos. El ganador de las elecciones, Enrique Peña Nieto, obtuvo más voto femenino, con una pequeña diferencia de 2 puntos. Es decir, no hubo una brecha de género clara.

La evidencia muestra que la representa­tividad no es suficiente para cambiar prácticas sociales. Tener mujeres en el Ejecutivo o más representa­ntes mujeres en el Congreso no necesariam­ente cambia los valores sociales. Es una pregunta académica, pero que tiene aplicacion­es prácticas: ¿qué es más importante: cambiar las institucio­nes a través de la representa­ción de género o cambiar las prácticas sociales en nuestras relaciones de género? A juzgar por la experienci­a parece más importante lo segundo que lo primero. Las prácticas sociales imperan sobre la normativid­ad o la representa­tividad. m

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico