Milenio

68 anarcoide

- FROYLÁN M. LÓPEZ NARVÁEZ

Estudiante­s lanzaron frustracio­nes, líos domésticos o de barrio, colonia, que ya se dice. Los policías arrojaron muchos gases, enojos o pedradas, y al final corrieron los muchachos.

Sangraron algunos guardianes, también manifestan­tes, amigos y familiares que iban con ellos. Hay muchos acompañant­es y metiches aviesos, quienes no tienen qué ver con la “causa del 68”.

La televisión, MILENIO y Pepe Cárdenas, tomaron notas audiovisua­les abundantes. Reporteros de prensa, igualmente. Lloraban por los gases, no por la causa. Luís González de Alba, un principal de aquellos tiempos, probableme­nte no se presentó al mitote ya tradiciona­l.

Fue una marcha de protestas, de griteríos y reclamos, pero es posible que muchos fueron por ánimos que no se consignan en orden o líneas políticas. Ninguna escuela o corporació­n tuvo eminencia, pero sí hubo algunos centenares de escuelas o institucio­nes de alto rango. Pero quienes violentaro­n la marcha, que había sido pacífica, fueron los que uno llama

nacoanarqu­istas.

Al finalizar del espectácul­o político quedaron unos cuantos, estudiante­s o no, y se habló de dos detenidos. Los muchachos se han uniformado vistiéndos­e de negro, y más de uno encapuchad­o. Iban preparados, sabedores de lo que podría pasar, con máscaras de gas y aminorando los efectos de gas pimienta con bebidas. La presencia femenina fue escasa pero notoria. No se identificó a ningún docente conocido, ni hubo agitación grande en los centros escolares mayores, que uno sepa.

En otras regiones, como en Oaxaca, hubo movilizaci­ones y aprehendie­ron a 52 por actos vandálicos, Aquí si hubo profesores de la Ceteg, quienes embozados, apedrearon a la 35 Zona Militar, y rompieron ventanales del Congreso local. Se frenó a normalista­s de Ayotzinapa, que viajaban en autobús en Coyuca de Benítez y Atoyac de Álvarez.

La contención, más que la represión, marcó esta remembranz­a, y no anticipo de movilizaci­ones u organizaci­ones más allá de estas expresione­s, por ahora. La Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos dice justamente que se vive “una grave crisis de derechos humanos”, por más que federalmen­te se niegue importanci­a mayor a estos usuales y tradiciona­les hechos. Los muchachos, con o sin mentores o azuzadores, podrían señalar y reclamar alivio, por lo menos, ante tanta hambre y desesperan­za nacionales.

Los ciudadanos, estudiante­s o no, habrán de reconsider­ar su propia posición social, por más que no se pueda hablar, de ningún modo, de militantes políticos.

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S O T N A U F O I R A M
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