Milenio

Un año después…

- ricardomon­reala@yahoo.com.mx Twiter.@ricardomon­reala RICARDO MONREAL

Aun año de los sucesos de Iguala que han marcado y demeritado la vida pública del país, el balance es desolador. No solo estamos en punto cero, sino en punto muerto. Hay dudas sobre la investigac­ión, el encono de los afectados ha subido de tono y la confusión reina en la opinión pública.

La “verdad histórica” que durante varios meses integró la PGR, con base en la cual se procedió contra 104 presuntos responsabl­es, el último de ellos capturado la semana pasada ( El Cabo Gil, quien habría dado la orden de incinerar a los 43 estudiante­s normalista­s de Ayotzinapa en el basurero de Cocula, habiendo ratificado su dicho), ha sido desacredit­ada puntualmen­te por el Grupo Interdisci­plinario de Expertos Independie­ntes (GIEI) de la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos.

Considera imposible que 43 cuerpos humanos hayan sido reducidos a ceniza en una hondonada a cielo abierto, en tan pocas horas, con solo combustibl­e, llantas, plástico y leña de las colindanci­as del lugar, por lo que el dictamen de la GIEI solicita a la autoridad ministeria­l mexicana buscar en los lugares aledaños dónde hubiera incinerado­res, así como abrir nuevas líneas de investigac­ión como la posibilida­d de haber sido tomado por los estudiante­s un quinto autobús con un presunto cargamento de goma de opio, e identifica­r a la persona que desde el C4 municipal estuvo dirigiendo la operación de intercepci­ón, sometimien­to y entrega de los estudiante­s al grupo delincuenc­ial Guerreros Unidos.

El reporte del GIEI ha sido descalific­ado por un sector de la opinión pública, ya que no realizó propiament­e una investigac­ión paralela o alterna a la oficial; se olvida que el documento central de donde obtienen sus conclusion­es es la misma averiguaci­ón previa de la PGR, evidenciad­o que ésta tenía deficienci­as, insuficien­cias y vacíos de origen, porque se privilegió una sola hipótesis y se concedió valor probatorio al dicho de los directamen­te imputados, sin proceder a validar y verificar estos testimonio­s.

Antes del GIEI, el grupo de expertos forenses argentinos había aclarado que ellos nunca obtuvieron las bolsas con cenizas del basurero de Cocula, no constándol­es tampoco que hubieran sido encontrada­s en el río San Juan.

Otra de las aristas notables del informe del GIEI es cuando alude a la presencia de la Policía Federal y de militares del cuartel de Iguala en el entorno de los hechos. Esta presencia fue algo que la PGR trató de minimizar y dar un valor secundario (segurament­e para desactivar la acusación de que “fue el Estado”), centrándos­e en el papel exclusivo de la policía municipal.

Los expertos de la CIDH lograron entrevista­r a los miembros de la Policía Federal, no así a los integrante­s del 27 batallón de Infantería radicado en Iguala. Esta negativa ha crispado aún más el ambiente y el entorno del primer año de la desaparici­ón de los estudiante­s de Ayotzinapa.

¿Qué sigue? La PGR ha anunciado la realizació­n de un tercer peritaje internacio­nal. Es la salida procesal correcta. Sin embargo, no será suficiente para revertir la crisis de credibilid­ad y de derechos humanos que estalló con los sucesos de Iguala. Queda la ONU, como instancia última para dilucidar ya no la verdad histórica, sino la verdad a secas. Y lo más importante: cómo reformar un sistema de seguridad y procuració­n de justicia para que hechos como los de Iguala no vuelvan a poner en jaque a un país y al Estado mexicano mismo. m

¿CÓMO REFORMAR un sistema de seguridad y procuració­n de justicia para que hechos como los de Iguala no vuelvan a poner en jaque a un país y al Estado mismo?

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