Triunfo inobjetable
Tener la pelota y, por fin, los goles, fueron las claves de la victoria de la selección mexicana de futbol frente a Jamaica en la Final de la Copa Oro; disputará el boleto a la Confederaciones con Estados Unidos el 9 de octubre
Abuena hora le llegó a la selección mexicana de futbol la inspiración y la contundencia: en plena final del torneo que debe ganar de forma irrenunciable. El equipo dirigido por Miguel Herrera fue preciso durante todo el partido, dinámico y atento, exitoso en su objetivo de poseer la pelota para evitar que las mejores virtudes del juego de los de Jamaica florecieran sobre el terreno de juego.
Clave para conseguir este propósito fue la decisión de incluir en el once inicial a Jesús Dueñas, quien ocupó el sitio que había sido exclusivo de un alicaído, físicamente, Héctor Herrera.
Pocos o nadie esperaban, por todo lo que se había vivido en este torneo, un triunfo con tal autoridad como el que se consiguió anoche. Y es que, quitando aquel festín inicial ante los cubanos, por primera vez en esta Copa, el juego de los mexicanos en un partido serio estuvo acompañado de la contundencia. Todos los goles llegaron porque el seleccionado nacional los buscó. Empezando con el de Andrés Guardado al minuto 31. Extraordinario por la brillante ejecución. Fueron tres momentos los que le dieron vida. Cuando todo mundo esperaba un servicio al área, Jonathan sorprendió al cobrar una falta con un servicio tendido a la derecha hacia un solitario Paul Aguilar. Éste la contuvo y ejecutó un servicio hacia donde se encontraba Guardado dentro del área, quien de volea prendió la pelota
Los seleccionados
mexicanos no han querido dar declaraciones desde el partido de cuartos de final contra Costa Rica. Sobre este silencio, tanto Héctor González Iñárritu como Miguel Herrera ratificaron que fue un momento extraño, que hubo situaciones complicadas en el torneo, críticas que los futbolistas no tomaron de buena manera. “Algunos jugadores se sintieron agredidos, se distorsionó un poco la situación, hablaron de partidos arreglados, cuando fue un error arbitral como otros que ha habido”, dijo González Iñárritu. para incrustarla con una ráfaga al ángulo superior derecho de la portería defendida por Thompson.
Arrancando el segundo tiempo, Jesús Manuel Corona, -titular también gracias a la oportuna suspensión de Carlos Vela-, casi sentenció el partido. Tomó la pelota incursionando al área cargado un poco a la izquierda y antes de que nadie le saliera a taparle, mandó un zurdazo seco y raso, que venció a Thompson de forma irremediable.
Había transcurrido apenas minuto y medio de la parte complementaria. Los jamaicanos no encontraban su razón de ser en la cancha. Habían intentado algún desborde por las bandas, dando muestras de habilidad y velocidad, pero se habían pasado de fuerza en los servicios y poco a poco habían ido a menos.
La tónica del partido siguió en función del objetivo mexicano de tener y retener el balón, hasta que un golpe de suerte hizo que llegara el 3-0 en el marcador. Fortuna que no llegó gratuita; hay que decirlo, pues la anotación de Oribe Peralta fue posible tras la llegada a fondo por derecha de Paul Aguilar. Éste mandó un centro raso que le botó al defensor Michael Hector provocando que abanicara en su intento por despejarla. Peralta hizo después uno de los goles más cómodos de su carrera.
Transcurría el minuto 61 y la selección mexicana de futbol podía ya celebrar la obtención de una Copa que quedará marcada con ciertos asteriscos, pero que al fi nal le permite cumplir el objetivo de pelear en unos cuantos meses ante su similar de los Estados Unidos, el pase a la Copa Confederaciones del 2017 en Rusia.
Con tal desbalance en el marcador, leyendo el desconcierto del rival, Herrera se dio algunos lujos, como el de otorgar descanso a Guardado, el capitán que quizá fue el jugador más regular del torneo. Ordenó el ingreso en su lugar del lateral Jorge Torres Nilo.
Con más orgullo que otra cosa, los dirigidos por el alemán Winfried Schaefer consiguieron el gol de la honra, tras una acometida por derecha en la que Darren Mattocks limpió al Maza Rodrí- guez ingresando al área y clareó a Guillermo Ochoa por abajo y a su izquierda.
De inmediato el Piojo ordenó el ingreso de Carlos Esquivel por Jesús Corona, dando mayor prioridad todavía a la posesión del balón, que tan buenos resultados les dio. Conseguido el propósito de apagar cualquier intento de reacción, se le dieron minutos a Javier Orozco, proporcionando descanso a un esforzado y cansado Jesús Dueñas.
Fue un triunfo inobjetable, que provocó festejos encendidos pero no desbocados, quizá todos conscientes de la forma tan penosa con la que se consiguió avanzar a la fi nal en aquel duelo en Atlanta contra los panameños.
La asistencia al Lincoln Financial Field, la casa de las Águilas de Filadelfia de la NFL, de marca histórica: 68 mil 930 espectadores, lo que según la voz oficial del estadio, representa la mejor entrada en este inmueble.