Basura electoral, toneladas de spam plástico
Desde el coche, el autobús, la bici o a pie no hay manera de evadir esos rostros plastificados que sonríen sin decirnos nada. Impresos en mantas, lonas, pendones, espectaculares… amarrados con alambres o pegados en postes, árboles, puentes peatonales y bardas, se amontonan uno sobre otro hasta que se trozan. A los ciudadanos nada nos dejan, sino toneladas de plástico contaminante y demagogia, rasguños intangibles en la mirada y lesiones duraderas en el medio ambiente.
A las frases y discursos se los llevará el viento, pero los residuos sólidos de las campañas electorales suelen permanecer en el paisaje mucho tiempo. Solo en el Distrito Federal se generaron este año 20 mil pendones y 25 mil lonas, entre otros artículos que superarán las mil toneladas de plástico y que, o se reciclan o tardarán hasta 80 años en degradarse.
Según el artículo 209 de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, toda propaganda impresa deberá ser reciclable, fabricada con materiales biodegradables que no contengan sustancias tóxicas o nocivas para la salud o el medio ambiente. Pero también dice, en su artículo 318, que aquella “podrá colgarse en elementos del equipamiento urbano” (siempre que no lo dañe ni impida la visibilidad de conductores…), mientras el artículo 250 del Código de Instituciones y Procedimientos Electorales del DF lo prohíbe. A la contradicción se suma el incumplimiento. Porque mientras leo en la ley que la propaganda “podrá colgarse, adherirse o pegarse en inmuebles de propiedad privada, siempre que medie permiso escrito del propietario…”, miro a un vecino lijando su puerta de madera, donde lo sorprendió, de la noche a la mañana, una gran calcomanía. Y al lado, el tronco de un árbol retacado de rostros y más adelante, un semáforo visualmente bloqueado.
“Spam plástico”, le llaman algunos a este caos visual. Por eso, varios grupos de ciudadanos decidieron limpiar de propaganda ilegal al DF. Norma Muñoz Ledo (escritora) y Rodrigo Payró (arquitecto) convocaron al movimiento “Pelotas de basura electoral” y durante varios días retiraron plásticos, los envolvieron en forma de bolas, las llevaron al Zócalo y ayer las depositaron en las oficinas del INE. Otros siguieron el llamado en Twitter de #QuitaUnanuncio y procedieron, igual que los “Supercívicos” quienes, armados con tijeras, pinzas y sentido del humor, descolgaron propaganda.
De la campaña electoral 2015, solo estas iniciativas ciudadanas son rescatables. Y se agradecen.