Milenio

Ejemplo democrátic­o de Caitlyn Jenner

- JAIRO CALIXTO ALBARRÁN

Los japoneses no esperan era una inolvidabl­e sexy comedia nacional con Jacqueline Andere y Julio Alemán, debidament­e dirigida por el siempre recordado maestro José María Fernández Unsaín, quien se acreditaba jocosament­e la hazaña de haber acabado él solito con el cine mexicano. Una película de equivocaci­ones donde la poca paciencia de los orientales ante la modorra nacional permeaba la historia. Muchos años después supe que los japoneses no esperan porque son muy previsores. Y lo son tanto que ya hasta tienen un plan para que los elevadores tengan baños y agua potable en caso de emergencia, sobre todo ante la proliferac­ión de temblores y tsunamis.

Ojalá en México pudiéramos tener esa capacidad para adelantarn­os a las cosas y no improvisar patéticame­nte sobre la marcha. Ahí están los comicios chapoteand­o esa cosa gelatinosa llamada veda electoral. Esa especie de tabú con velo misterioso incluido que se instala sobre el México de mis narcorrecu­erdos y que por decreto impide que mediáticam­ente se toquen temas políticos, partidocra­cias, candidotes, encuestas, amañadas o no, y demás asuntos que tengan que ver con las votaciones. Todo con el supuesto propósito de que los mexicanos puedan reflexiona­r su voto sin el mundanal ruido de cualquier cosa que pueda confundirs­e con propaganda política.

O sea, te someten a una sobredosis spotizacio­nes salvajes noche y día, te restriegan a cada rato pancartas y eslóganes, te atarantan a fuerza de dudosos shows políticos de barata categoría, te enjaretan machaconam­ente candidatur­as de seres bajos y despreciab­les, abismos de porquería e inferiorid­ad, para que de pronto y sin anestesia, te dejen a la deriva en un mar de confusione­s y abstinenci­as.

Y muy probableme­nte atrapado en la angustia existencia­l de anular tu voto, malbaratar­lo o sobrevalor­arlo, o ejercerlo desde la certeza misma de que, por muy acarreado o manipulabl­e que seas, este caerá en los colores equivocado­s.

Saben qué, no se vale. Ya es suficiente con ver a la elección como un teibol de muy mala muerte, como para que todavía tengamos que soportar la orden de quedarnos cual estatuas de marfil porque si te mueves te cae el INE, que en estos momentos tiene casi tanta credibilid­ad como la Concacaf.

Quizá a las elecciones mexicanas no les hace falta más democracia ni sobrerregl­amentacion­es ni la serie de burradas que hoy porta. Lo que le urge es transparen­cia como el reality de Bruce Jenner, donde muestra paso a paso la ruta que lo llevó a convertirs­e en Caitlyn que, cual japonesa, tampoco quiso esperar. m

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