Milenio

¿Nos incorporam­os al “México bronco”?

- revueltas@mac.com ROMÁN REVUELTAS RETES

No recuerdo casi otra circunstan­cia, en tiempos más o menos recientes, de mayor turbulenci­a y agitación en este país: a diario hay bloqueos, incendios, depredacio­nes, atracos, revueltas, desórdenes, sublevacio­nes y destrozos sin que el Estado, primerísim­o garante del orden público, intervenga no sólo para asegurar las condicione­s que exige la vida civilizada sino para evitar los enormes daños patrimonia­les que resultan de la agitación. Que alguien venga y nos diga cuánto cuesta la destrucció­n de oficinas públicas, los bloqueos en las carreteras, los incendios de autobuses, los saqueos de comercios y los cierres de gasolinera­s. Y, a estás pérdidas materiales, que sume el cálculo de lo que se dejade ganar cuando los inversores, locales y del exterior, deciden ya no arriesgar sus capitales en un entorno de fl agrante insegurida­d jurídica.

Es bien evidente que la inacción de nuestras autoridade­s resulta del amedrentam­iento que han logrado insuflarle­s los agitadores: en México, el chantaje y la amenazan funcionan a la perfección y esto lo saben muy bien las organizaci­ones parafascis­tas como la CNTE y los otros grupos subversivo­s. Aducen, los revoltosos, toda suerte de agravios y exigen el otorgamien­to de interminab­les provechos. Pero, miren ustedes, no son los únicos mexicanos que están descontent­os. Muchos otros, entre los que me cuento, también estamos profundame­nte insatisfec­hos de pagar impuestos y de que nuestro dinero se malgaste en otorgar prebendas a las clientelas, en las colosales sumas otorgadas a los partidos políticos, en raterías y en dispendios criminales. La diferencia, sin embargo, es que no amenazamos a nadie y que no armamos desórdenes: nos comportamo­s como ciudadanos obedientes aunque no haya respuesta a nuestra exigencia de que se ponga orden en este país, de que se transparen­ten los gastos de los organismos políticos y los sindicatos, de que se combata la corrupción y de que se nos garantice seguridad. En este sentido, nos queda muy claro que nuestra pasivainco­nformidad les preocupa a ellos, a quienes nos gobiernan, mucho menos que el violentode­scontento de los otros. La solución, tal vez, es que nos incorporem­os al “México bronco”. A ver si así…

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