Tres pasiones literarias ligadas al cine
Hoy, en la entrega de los premios Ariel, los escritores serán objeto de un homenaje de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas
En Lapenumbradelescritor decine (1982), Gabriel García Márquez declara: “Desde la adolescencia, me atormentó la idea de que el cine era un medio de expresión más completo que la literatura, y esa certidumbre no me dejó dormir tranquilo en mucho tiempo. Por eso fui uno de los tantos que viajaron a Roma con la ilusión de aprender la magia secreta de Zavattini, y también uno de los que apenas lograron verlo a distancia”.
Esa pasión por el séptimo arte llevó al Nobel colombiano a estudiar cine, fundar escuelas, actuar y hacer guiones; además, su obra literaria representó un gran estímulo para muchos cineastas que se propusieron adaptarla para la pantalla grande.
Desde diferentes ángulos la presencia de los escritores en el cine ha sido muy importante, como sucedió en la década de los sesenta, cuando coincidieron el desarrollo de una nueva narrativa y la nueva cinematografía latinoamericana, gracias a la participación de algunos autores del realismo mágico.
Ejemplos claros y más recientes son José Emilio Pacheco, Gabriel García Márquez y Vicente Leñero, que dejaron una impronta fundamental en el cine, motivo por el que la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (Amacc) les dedicará un homenaje durante la 57 entrega del Ariel a lo mejor de la producción fílmica nacional de 2014. “Este premio obedece al deseo de agradecer y destacar a las personas que fallecen y que han aportado algo a la cinematografía nacional, o bien que estén vivos, pero que su actividad primordial no es la de guionistas sino que son escritores cuyas obras se han adaptado o han aportado algo a la cinematografía nacional. A quienes se homenajea en esta ocasión son grandes escritores que participaron en el cine”, explica la actriz Blanca Guerra, presidenta de la Amacc.
En charla con MILENIO, el crítico de cine Jorge Ayala Blanco considera que este homenaje encierra una contradicción: “Para ninguno de los tres la actividad cinematográfica fue principal; o sea, se está homenajeando a tres grandes escritores porque hicieron trabajo cinematográfico, pero éste siempre fue algo secundario en sus carreras. La contradicción que yo encuentro es que lo merecerían más los grandes guionistas mexicanos que solo se dedicaron al cine. “Qué bueno que les hagan este homenaje, obviamente se lo merecen en diferentes grados, pero yo creo que lo merecerían más los guionistas que dedicaron toda su vida a escribir solamente guiones”.
LITERATURA Y CINE
Ayala Blanco explica que la relación entre escritores y cine ha dado lugar a múltiples formas. Por ejemplo, Mauricio Magdaleno, Eréndira (1983) Crónica de una muerte anunciada (1987) El amor en los tiempos del cólera (2007) En este pueblo no hay ladrones (1965), de Alberto Isaac El gallo de oro (1964) Tiempo de morir (1966)
Mariana, Mariana (1987) El castillo de la pureza (1973) El Santo Oficio (1974) Foxtrot (1976) El lugar sin límites (1978)
Los albañiles (1976) El monasterio de los buitres (1973) Mariana, Mariana (1987) El callejón de los milagros (1993) La ley de Herodes (1999) El atentado (2007) un extraordinario novelista que pasó a la historia como guionista de las películas de Emilio ElIndio Fernández, mientras que su obra literaria está casi olvidada. “Hay casos extrañísimos —dice el también profesor de Historia y Análisis del cine en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM—: hay mucha gente que vivía del cine, que sacaba los centavitos, como Xavier Villaurrutia, quien adaptaba películas, pero como un recurso alimenticio, o bien como el caso de García Márquez, que tenía una vocación cinematográfica que nunca pudo desarrollar”.
Pero este paso por la industria fílmica ha sido muy importante, como explica José María Paz Gago de la Universidad de Coruña en su libro Escritoresdecine.Nuevocine ynuevanarrativalatinoamericana (2000): “Por diversas circunstancias biográficas y coyunturales, por gusto y afición en unos casos pero también por eficacia comunicativa y por necesidades económicas, aquellos grandes creadores del realismo maravilloso como Juan Rulfo, Gabriel García Márquez o