Elecciones 2015, entre el hastío y el terror
Las elecciones españolas del pasado domingo fueron una solución intermedia entre el refrendo a una partidocracia bipartidista y un voto de confianza a partidos emergentes como Podemos (izquierda) y Ciudadanos (derecha). Un escenario similar podríamos tener en México el próximo domingo 7 de junio, donde el tripartidismo PRI-PAN-PRD podría verse desafiado por nuevos partidos emergentes como Morena, y expresiones ciudadanas antipartidos como los candidatos ciudadanos (de manera destacada el caso de El Bronco en Nuevo León) y el voto anulista.
En este sentido, la próxima elección del 7 de junio parece correr en dos tiempos o dimensiones.
Un primer tiempo es el tedio de la “normalidad”. Viendo el bosque desde arriba, desde las encuestas de opinión, parece que no sucederá nada que no sepamos desde hace meses.
Un PRI que ha perdido entre 10 y 12 puntos en tres años de desgaste por la inseguridad, el desempleo y la corrupción.
Un partido verde que ha crecido esos mismos puntos perdidos por el PRI, a base de picotear la ley y de pasarse las instituciones electorales por el arco del Tucán.
Un PRD desgajándose por luchas intestinas y abandono de militantes históricos.
Un partido Morena que despunta como opción de izquierda, para la izquierda y desde la izquierda, insertándose en sectores de clase media urbana que han dejado de ver a López Obrador como un peligro para México, y ahora lo perciben como una opción de cambio real.
Cinco partidos compitiendo por obtener o mantener el registro: Movimiento Ciudadano, Partido del Trabajo, Nueva Alianza, Encuentro Social y Partido Humanista. Algunos de ellos cumplirán el requisito de 3% de la votación nacional efectiva, otros seguramente no y saldrán de escena.
Hasta aquí pareciera que no pasará nada extraordinario y que los más de 18 mil millones de pesos que costará la próxima elección, y los 24 millones de spots de partidos y candidatos habrán sido un gasto innecesario e improductivo.
La segunda dimensión consiste en ver el bosque no desde arriba, sino adentrarse en él, para descubrir que no es un territorio de apacibles pinos, sino una jungla en efervescencia.
Y en este nivel, lo que domina es el terror impuesto por la violencia y el crimen organizado a lo largo y ancho del territorio nacional, al grado de que el INE reconoce que 12 mil secciones electorales (9.3% del total) son focos rojos ( MILENIO Diario, 25 de mayo 2015).
A nivel municipal, las asociaciones de alcaldes reportan que de 2007 a la fecha al menos 65 presidentes municipales, regidores y síndicos han perdido la vida o han sido atacados a manos del crimen, sin que ningún caso haya sido aclarado o castigado. De esa cifra, 25 casos han ocurrido en los primeros dos años y medio de la presente administración federal. Es decir, la tendencia del sexenio anterior se ha continuado en el presente.
En las elecciones federales intermedias de 2009 se registraron seis asesinatos de candidatos en campaña, mientras que al día de hoy, a una semana de las elecciones se han registrado cinco casos (tres candidatos y dos precandidatos).
No sabemos aún qué resultados arrojen las próximas elecciones. Pero entre el tedio de la normalidad que marcan las encuestas y el terror que se vive en varios rincones del país, hagamos una apuesta para que la sorpresa democrática, tipo España, sea la ganadora el próximo 7 de junio. m