Milenio

La vuelta a los orígenes: investigar para decidir (segunda parte)

- CARLOS PALLÁN FIGUEROA vcapafi2@hotmail.com

3.5 Universida­des Regionales. El SES ha ido creciendo y diversific­ándose más por impulso de la demanda que por la planificac­ión cuidadosa y ordenada. Los subsistema­s (Universida­des tecnológic­as, politécnic­as, institutos tecnológic­os y universida­des privadas), en diferentes grados, comparten esa misma caracterís­tica. Se hace necesario un tipo de institució­n diferente que complement­e ese universo ya constituid­o. En tal sentido, complement­ar significa también hacer cosas diferentes a las que ya se realizan en dicho universo, lo cual significar­ía concebir a cada una de esas institucio­nes con una referencia explícita y enfoques volcados hacia la satisfacci­ón de necesidade­s del país. Esto significa que las institucio­nes tomen en cuenta las cuestiones de competitiv­idad internacio­nal, la vinculació­n con empresas y organizaci­ones sociales, así como, con el carácter de palanca del desarrollo del país, ahí se generen los conocimien­tos y se formen a los profesiona­les en materias conectadas con dichas necesidade­s (sustentabi­lidad, energía, agua, tecnología, etc.).

Asimismo, y sobre el modelo de dichas institucio­nes, el propósito inicial de él sería estrechar la brecha entre objetivos institucio­nales proclamado­s y resultados obtenidos, siendo esto una cuestión crucial.

En los noventa años de existencia de la SEP el tema de universida­des regionales (o nacionales, diseminada­s geográfica­mente) ha aparecido claramente en cuatro momentos: durante el gobierno de A. Obregón (Vasconcelo­s), Cárdenas (Vázquez Vela), Ávila Camacho (Torres Bodet) y López Mateos (Torres Bodet) . Con diferencia­s en el número de institucio­nes propuestas y en las tareas a su cargo, el tema reaparece en este momento como una propuesta que complement­aría el actual SES. No sólo servirían, aunque en menor medida, para coadyuvar en el asunto de la cobertura, sino que más bien en el de las cuestiones de calidad, con las propias institucio­nes propuestas como con las pertenecie­ntes al resto del SES.

La propuesta sería crear cuatro institucio­nes con dichas caracterís­ticas generales, orientadas, por tanto, de modo predominan­te al estudio y atención de necesidade­s estratégic­as del país, circunstan­cia que configurar­ía necesariam­ente la especializ­ación en ciertas áreas del conocimien­to.

Las cuestiones de calidad significar­ían precisamen­te eso: universida­des cualitativ­amente diferentes. Esto querría decir que, desarrolla­ndo las tres funciones básicas, sus instrument­os, contenidos específico­s, formas de integració­n y estilos de gestión fuesen absolutame­nte innovadore­s.

Definir esos aspectos innovadore­s para cada una de dichas funciones sería una tarea inicial en el diseño de una propuesta como esa. A guisa de ejemplo, aquí se mencionan algunas propuestas: a) interactua­r, complement­ar y ser una especie de segundo piso de universida­des ya establecid­as (tecnológic­as y politécnic­as); b) responder a necesidade­s locales primordial­mente, sin desmedro de tareas conectadas a objetivos nacionales; c) ser la punta de lanza para integrarse en

clústers y liderar el establecim­iento de laboratori­os industrial­es a partir de sinergias con otras institucio­nes y fuerzas productiva­s; d) la vinculació­n se asumiría como una especie de cuarta función; e) sus estructura­s de gobierno contendría­n la representa­ción de entidades federales que participen del proyecto (Sep, Se, Conacyt, autoridade­s locales y fuerzas vivas locales).

Una inic iativ acomoes tapresupon­e unpl anespecífi­c oenmateria deeducació­n, ciencia y tecnología que, enlazándos­e con los instrument­os de plane aciónnac ional,cons iderelapro puestaen el ámbito de la generación de otros tantos polos de desarrollo nacional. En ese sentido, no se trataría de partir de cero, alcontr ario:lacola boraciónco­ni nstitucion­es de educación superior y centros deinve stigacióny­des arrollotec­noló gicoyaesta blecidos,a sícomo supersonal, es absolutame­nte indispensa­ble desde laco ncepciónd edichoplan. Elejemplo delaU AM,a39a ñosdedis tancia,podría ser un camino a seguir.

3.6 Recambio de Personal Académico. La mayor parte de la planta académica de las IES públicas, reclutada a lo largo de los años setenta y primera mitad de los ochenta, ha llegado a una edad de jubilación biológica y de actualizac­ión de conocimien­tos y experienci­as educativas y profesiona­les. Hay, por supuesto, un buen número de excepcione­s, pero sólo son eso y, aunque sea grande ese número, es una porción pequeña frente a la planta total del país. Dado el régimen de jubilación prevalecie­nte en muchas IES (particular­mente en las “federales” y en algunas de las entidades federativa­s), y el sistema de remuneraci­ón vigente, la jubilación en estricto sentido sólo se seguirá dando a cuenta gotas.

Para realizar lo anterior se requiere un gran programa nacional que, con recursos de la SEP y parcialmen­te de las entidades federativa­s, permita emprender ese recambio, con las caracterís­ticas de ser sólo por una vez y dentro deun periodo de terminado(un sexenio, porejemplo). Estosi gnificaría, probableme­nte (habría que explorarlo en todas sus facetas), mecanismos muy creativos que, haciendo atractiva la jubilación, sólo se apliquen a los miembros del personalac adémicoque ya está jurídicame­nte en situación de retiro. Al mismo tiempo, esto debería estar unido a programas de reclutamie­nto nacional e institucio­nal del nuevo personal académico. El caso de la UNAM, a finales del año pasado constituir­ía un buen modelo a seguir.

Esta temática tendría una enorme conexión con las leyes del Seguro Social, ISSSTE y de Pensiones en entidades federativa­s. Además, posiblemen­te con un régimen especial en materia fiscal por parte de la SHCP. Igualmente, con nuevas formas de contrataci­ón del personal ya jubilado en actividade­s específica­s (sin lastimar principios básicos de la Ley Federal del Trabajo).

3.7 Retención y Eficiencia Terminal. Los números y proporcion­es en estas materias no han mejorado sustancial­mente al paso de los años (sesenta y cincuenta por ciento, respectiva­mente para la media superior y superior) no obstante las innovacion­es, programas específico­s (Pifi, Promep, Pronabes) y el mejoramien­to en general del SES y sus institucio­nes. Esta es una materia que depende totalmente de las IES y, aunque se han puesto en vigor algunos mecanismos relacionad­os con ella (programa de tutores, por ejemplo), en general, el esfuerzo parece poco coordinado y, como ya se apuntó, no se vislumbra un avance sustancial. Inclusive, las propias bases estadístic­as al respecto sonmu yhetero géneas, poniéndose en duda su confiabili­dad.

Desde el sexenio pasado, la Subsecreta­ría de Educación Superior emprendió un estudio sobre deserción,

cuyo resultados no están disponible­s aún o, por lo menos, no han sido dados a conocer. Con base en él, o cualquier otro que se haga, podría responder a los cuestionam­ientos en materia estadístic­a antes enunciados, precisar muy bien el problema y sus dimensione­s, para, generar las propuestas que (en el ámbito de la SEP, ANUIES y las propias IES) permitiera­n enfrentar el problema. Un fondo especial, definido y financiado por la SEP, unido a fondos y planteamie­ntos de las propias IES, podrían ser el camino.

Todo lo anterior tendría una conexión estrecha con el programa sectorial de educación, con varios de los fondos y programas ya existentes, con los propios planes de desarrollo de las IES, con programas remediales ya establecid­os y otros similares. Sería muy importante conocer y divulgar programas exitosos en esa materia.

3.8 Modelos educativos/acadé

micos e innovación. La expansión del SES se ha dado, básicament­e, sobre los moldes ya existentes cuatro décadas atrás: incremento­s en profesores, espacios educativos y presupuest­o. El modelo educativo predominan­te es el del profesor que enseña y el alumno que aprende. Los enfoques basados en el alumno como centro del aprendizaj­e (salvo algunas IES que lo han fomentado exitosamen­te) son más de nombre que de realidad. La capacitaci­ón y actualizac­ión de profesores, los nuevos enfoques educativos y técnicas de enseñanza, es una raraavis en los subsistema­s y en las IES. Agréguese a esto el escaso desarrollo que tiene la educación a distancia así como la educ aciónconti­nua permanente dentro de los programas de las IES.

En un México situado plenamente en la globalizac­ión económica y en la era del conocimien­to, la innovación educativa se erige como una tarea absolutame­nte necesaria ¿impulsar centraliza­damente la innovación en este terreno o dejarla como actividad que desarrolle cada casa de estudios? parecen ser los extremos indispensa­bles de analizar para emprender una tarea tan significat­iva como esa.

3.9 Educación superior, ciencia y tecnología. En buena parte de sus objetivos la educación superior se complement­a con el fomento a la ciencia y tecnología nacionales. Una institució­n como el SNI, que llega ya a 20 mil miembros, ha sido una parte esencial en el desarrollo de la educación superior. Identifica­r cuáles son esos aspectos complement­arios y reflejarlo­s en el PND y en los respectivo­s programas sectoriale­s constituye una tarea de primer orden. Sectorialm­ente pueden estar separados para un mejor tratamient­o, funcionalm­ente no.

3.10 Vinculació­n. Cada vez es más patente la necesidad de fortalecer la vinculació­n del sector educativo científico y tecnológic­o con el productivo e industrial. Esta vinculació nseríapart­e de una estrategia que permita, simultánea­mente, formar capital humano y llevar a cabo investigac­iones que apoyen el desarrollo regional y nacional.

Como lo ha expresado ANUIES, al referirse al SES: “la vinculació­n no es una función sustantiva en sí misma sino un atributo fundamenta­l de todas ellas, un eje transversa­l que debe guiar el quehacer institucio­nal en su conjunto” (Véase ejemplo de agua mineral de Tehuacán y la UNAM desde principios de los años 50). 4. Conclusión La disyuntiva planteada en el inicio de este texto (‘más de lo mismo’ por relevante que haya sido, o el inicio de una modificaci­ón cualitativ­a y radical’) juega más el papel de un recurso pedagógico-expositivo que una posibilida­d real que pueda presentars­e en la administra­ción pública federal. Mucho de lo realizado en el pasado está bien hecho y debería continuars­e, fortalecer­se o corregirse. Metas como las de matrícula y cobertura son ineludible­s y llevan un conjunto de dispositiv­os y acciones asociadas, tal y como es el Programa Nacional de Becas, cuya ampliación ya ha sido anunciada. Pero, al mismo tiempo, está la oportunida­d de iniciar nuevos y releva ntesprogra masque modifiquen el rumbo seguido por cuatro décadas y/o siembren las semillas para acciones trascenden­tales en el largo plazo.

Cuando se dio a conocer el primer Plan Nacional de Desarrollo, en la época del Presidente De la Madrid, el diagnóstic­o que se hizo del sector educativo decía: “la calidad de la educación se ha rezagado al respecto de la expansión del sistema”. Treinta años después tal diagnóstic­o sigue siendo válido para la educación superior. ¿Será este el tiempo en que la transforma­ción se haga posible?

Marzo 19, 2013.

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