Milenio

Las familias se organizan entre hospital y cementerio

Una madre y su hija, quien en medio de la tragedia dio a luz a una bebé, tienen quemaduras en 95% del cuerpo

- ADRIANA HERNÁNDEZ

En el mismo hospital, madre e hija se debaten entre el dolor de las severas quemaduras causadas por la explosión de una pipa de gas en San Pedro Xalostoc, en Ecatepec, Estado de México, y la desesperac­ión por saber qué sucedió con el resto de sus familiares que fueron sorprendid­os por un fuerte estruendo que cimbró sus casas, botó vidrios y derritió objetos personales.

Adriana Hernández Henríquez y Wendy Paola Ramírez, madre e hija, respectiva­mente, sufren quemaduras en 95 por ciento del cuerpo, por lo que, conforme al reporte médico del Hospital Magdalena de las Salinas, dado a conocer por sus familiares, el pronóstico es muy reservado.

“Se nos informa que el medicament­o está haciendo su función. Pero están muy graves, les dan unas horas. Hay pocas esperanzas”, refirió Juan Carlos Henríquez, tío de Wendy, la jovencita de 15 años que, en medio de la tragedia, dio vida a una bebé que en apariencia se encuentra estable en un cunero, bajo estricta vigilancia médica debido al humo tóxico inhalado por su madre. —¿Cree que puedan sobrevivir? —No, no creo que se salven. Pero no solo son Adriana y Wendy su preocupaci­ón, sino también su sobrina Andrea Monserrat Garrido, de un año y nueve meses, que fue trasladada a un hospital de alta especialid­ad en Texas, Estados Unidos, y la recién nacida que no conocen ni tienen detalles de su estado de salud.

Las familias de los heridos se encuentran consternad­as. Tratan de organizars­e y dividirse entre el hospital y el cementerio. Ayer fueron enterrados los restos de Israel Garrido Castillo, de 36 años, y Adrián Martín, de 11, esposo e hijo de Adriana Hernández.

Por los pasillos de urgencias y a las afueras del hospital se encuentran policías federales, que custodian a Juan Ramón Díaz Olivares, chofer de la unidad, quien está en calidad de detenido y cuyo estado es reportado como grave.

Si bien los familiares de los afectados reconocen que las autoridade­s del Estado de México les han bridado ayuda y otorgado todos los medicament­os e insumos que se requieren, también tienen un reclamo: la tardanza en la llegada de los bomberos y del personal capacitado para salvar a las personas que se encontraba­n atrapadas en sus hogares en llamas.

Óscar recordó que esa tardanza propició que sus primos rompieran con hachas, palos y hasta con las manos puertas y herraduras del edificio que se incendiaba.

Incluso sacaron con vida a Israel, esposo de Adriana, y lo llevaron al Hospital Regional de Alta Especialid­ad José María Morelos y Pavón de Zumpango. “Hizo hasta bromas de que estaba quemado de su cara, luego nos informaron que falleció”.

La desesperac­ión se respira en el Hospital Magdalena de las Salinas. MILENIO pudo ingresar hasta el área de urgencias, donde médicos y enfermeras trabajan a marchas forzadas para atender tanto a los afectados por la explosión como a sus derechohab­ientes que llegan con todo tipo de traumatism­os.

Los espacios son reducidos y la demanda demasiada. Hay camillas en pasillos del área de urgencias, algunos de los hospitaliz­ados fueron trasladado­s a otras institucio­nes de salud, muchos más dados de alta, y a otros se les reprogramó las citas. Nadie se quejó, se solidariza­ron con los afectados de Xalostoc.

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RENÉ SOTO Las viviendas se encontraba­n cerca de la autopista

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