Dos apuestas tecnológicas: televisión y computación
Cada vez más consolidado en términos de su vocación principal en los dominios técnicos y administrativos, el Tecnológico de Monterrey entró en su juventud remarcando claramente que la tecnología no estaba reñida con la actitud humanista: en 1963 el rector Fernando García Roel creó formalmente el Departamento de Difusión Cultural cuya declaración de principios no deja lugar a dudas: “Siendo la fi nalidad del ITESM la formación de profesionistas con un alto sentido del destino del hombre y de la dignidad de la persona humana, y considerando que para lograrlo debe existir una educación que contenga una correcta proporción entre los conocimientos técnicos y los humanísticos, dentro y fuera de la cátedra, es muy importante tener un programa, amplio e intenso, de actividades que contribuyan a lograr esta formación integral, razón de ser del Instituto”.
Pero los primeros años del rectorado de García Roel estuvieron más marcados por la primera incursión del Tec fuera del claustro materno, fuera de Nuevo León, y por una doble apuesta que tuvo resultados mixtos: se intentó utilizar la televisión como instrumento formativo, y se asimilaron inmediatamente los primeros pasos de la computación electrónica.
Desde comienzos de 1963, con el rector García Roel nombrado consejero de EISAC, se anunció a la comunidad que gracias al apoyo de la Fundación Ford y de la Universidad de Texas, se contemplaba la posibilidad de impartir enseñanza de nivel profesional utilizando la televisión.
Se hicieron estudios de viabilidad, se tradujeron y adaptaron materiales que habían demostrado ser valiosos en Texas, a partir de marzo de 1964 se preparó el equipo y se decidió intentar hacer televisión educativa en un programa de tres fases. En la primera se utilizaría la infraestructura propia del Instituto para, a través de un sistema de circuito cerrado, impartir tres cursos de nivel profesional, y las transmisiones empezaron en septiembre de ese año. Los temas iniciales se ampliarían a partir del año siguiente con clases para la Escuela de Contabilidad, Economía y Administración.
La segunda fase, anunciada a principios de 1965, extendería el proceso educativo para incluir a las escuelas primarias de Monterrey y los municipios periféricos. Se dijo que las clases de primaria se difundirían en señal abierta con apoyo de la televisora XET-TV. Las familias que tuvieran televisor podrían sintonizar clases de Ciencias Físicas y Naturales, Historia de América y Geografía, diseñadas para estudiantes de cuarto, quinto y sexto grados, en programas adaptados del plan de estudios defi nido por la Dirección General de Educación de Nuevo León.
El ambicioso programa contemplaba ir aún más lejos: en su tercera fase, se tendría como público meta los trabajadores y obreros de la industria local. Ellos recibirían capacitación televisiva con materiales preparados por el Departamento de Ingeniería Industrial del Tecnológico de Monterrey. Las tres fases se complementarían con cursos de alfabetización, en un panorama abarcador y precursor que no encontró en su época el eco suficiente. Cuando terminó el patrocinio de la Fundación Ford, el Tec encontró que no disponía de fondos propios para seguirlo operando y lo cerró.
Por cuanto al mundo de la informática, en marzo de 1963 se dictó en la institución un curso sobre programación de calculadoras digitales. Aquel curso precursor se vio acompañado de acciones concretas: meses después, con ayuda de IBM de México, el Tecnológico de Monterrey adquirió una computadora modelo 1620, lanzada al mercado a fi nes de 1959. Se adquirió la máquina con todo y periféricos.
Hasta entonces, los procesos administrativos que requerían procesamiento electrónico, como las nóminas y las listas de estudiantes, se corrían en la computadora de la Cervecería Cuauhtémoc, pero la IBM 1620 fue el eje del Centro Electrónico de Cálculo que se formalizó en septiembre de 1963. A partir de entonces, además de los asuntos administrativos, la nueva máquina fue utilizada por docentes y estudiantes.
La nueva herramienta encontró tan buena acogida en la comunidad que antes de dos años, en 1965, los programas de extensión del Tec ofrecieron por primera vez a los ejecutivos de las empresas interesadas el curso llamado “Sistemas de computación electrónica en la administración moderna”.
La Escuela de Técnicos Medios empezó a ofrecer un programa de Técnico en Procesamiento Mecánico de Datos, que se vio complementado un año después por un programa de Técnico en Procesamiento Electrónico de Datos. De ahí en delante los avances en la computación tendrían siempre un eco resonante en los programas académicos y en la operación del Tecnológico de Monterrey.
Claro que estas apuestas de la institución no se dieron en el vacío, pues el Tec siguió creciendo en todas sus áreas de experiencia: en este lustro se amplió el Estadio Tecnológico, se construyó el fantástico Gimnasio Tecnológico, nació la Federación de Estudiantes del Tecnológico y la institución extendió su alcance numérico de modo que a fi nes de 1967 tenía ya casi once mil estudiantes trabajando de fi rme en cinco escuelas profesionales.
Estaba por graduarme cuando trajeron al campus una computadora; ocupaba todo un cuarto y funcionaba con tarjetas. Nos llevaron... a explicarnos cómo trabajaba.
Teresa Ledezma Moheno (ARQ 1963-1968), en Ricardo Elizondo Elizondo, El amor a la camiseta. Vivencias y testimonios.