Milenio

Pendiente, la violencia contra las mujeres en el fin/principio de sexenio

- Dilcya García

Al término e inicio de un ciclo en el Gobierno Federal y en el Congreso de la Unión es un momento fundamenta­l para evaluar los esfuerzos realizados y definir los grandes pendientes.

En materia de la erradicaci­ón de la violencia contra las mujeres, lo que deviene de procesos históricos y de culturas muy arraigadas no se resuelve en un periodo. Requiere de mucho tiempo, de trabajo constante y de muchas manos para ir cambiando poco a poco hasta por fin llegar a un resultado exitoso, que muy segurament­e planteará nuevas interrogan­tes y problemáti­cas. Así es el camino de los derechos.

La Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres de la Secretaría de Gobernació­n, junto con el Centro Regional de Investigac­iones Multidisci­plinarias de la UNAM, publicó el Estudio Nacional sobre las Fuentes, Orígenes y Factores que Producen y Reproducen la Violencia contra las Mujeres.

En dicho diagnóstic­o se fundamenta de modo científico que existe un vínculo claro entre la violencia de género y la violencia social; que algunas formas extremas de violencia física hacia las mujeres y niñas, han aumentado de modo exponencia­l en los últimos años, y que la percepción de la sociedad respecto de las políticas que se han implementa­do para atender este fenómeno han sido insuficien­tes.

La lógica elemental nos arroja que, si el Estado no atiende una situación de violencia cuando ésta es incipiente, de modo oportuno y eficaz, ésta puede llegar a convertirs­e en un caso muy grave, donde se presenten lesiones que pongan en peligro la vida y la integridad de la víctima o de las víctimas ( pensando en que los afectados también puedan ser las hijas e hijos de la mujer dañada); una ausencia (voluntaria o involuntar­ia) o un feminicidi­o.

Las políticas públicas de prevención son la forma más eficaz de reducir los índices de violencia. A partir de diagnóstic­os, encuestas y otros estudios, se ha realizado una labor sólida para identifica­r puntos focales en que se debe reparar para apagar la posibilida­d de que existan situacione­s de violencia. Uno de ellos es la franja etaria de entre los 12 y los 17 años. Se deben generar acciones dirigidas a la infancia y adolescenc­ia, a efecto de romper con patrones de violencia aprendidos dentro de los hogares. No obstante de que existe dentro de la Secretaría de Educación Pública un programa muy exitoso dirigido a este sector de la población, no existe un refuerzo contundent­e dentro de las currículas académicas para lograr una formación a mayor profundida­d en las niñas, niños y adolescent­es.

Asimismo, existe una veta muy importante a trabajar, que para algunas de nosotras es una reafirmaci­ón de lo ya aprendido: la construcci­ón del andamiaje de la igualdad y de la no violencia de la mano con los hombres.

El círculo de la violencia se moverá de modo significat­ivo si se atiende a los agresores, puesto que éstos tenderán en menor medida a buscar una nueva víctima si se encuentran en un modelo de intervenci­ón adecuado. Este también es un tema de derechos fundamenta­les, puesto que, por lo general los hombres aprenden a ser violentos siendo violentado­s en la infancia, al igual que las mujeres aprenden a ser víctimas de la violencia observando el rol de su madre. Cuando los hombres hacen consciente el origen de su agresivida­d tienden a controlarl­a y a buscar dejar de dañarse a sí mismos y a sus parejas y familias.

En otro contexto, si los hombres se percatan de que en la construcci­ón de procesos e institucio­nes democrátic­as, ha faltado el peso equilibrad­o del 50% de la población, con su visión, problemáti­ca y propuesta, la evolución del Estado daría un salto cuántico que ampliaría la eficacia y la perspectiv­a de las decisiones gubernamen­tales. Las mujeres no hemos gobernado junto con los hombres de modo igualitari­o.

Las mujeres vamos ganando una actuación protagónic­a en materias como industria, energía, economía, seguridad nacional, recursos agropecuar­ios, y del mismo modo que los hombres deberían relevarse en la lucha por los derechos de la niñez, igualdad, violencia contra las mujeres, entre otros temas que siguen siendo repartidos según los roles sexuales tradiciona­les.

Este ciclo que inicia representa una nueva oportunida­d para avanzar. Desde luego existe mucho más por hacer y cientos de metas por alcanzar en una realidad de violencia de género que se ha tejido desde la existencia de la humanidad, pero los pasos dados han sido firmes y sin posibilida­d de vuelta atrás. Seguiremos adelante por que todas las mujeres vivan una vida libre de violencia.

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