Pendiente, la violencia contra las mujeres en el fin/principio de sexenio
Al término e inicio de un ciclo en el Gobierno Federal y en el Congreso de la Unión es un momento fundamental para evaluar los esfuerzos realizados y definir los grandes pendientes.
En materia de la erradicación de la violencia contra las mujeres, lo que deviene de procesos históricos y de culturas muy arraigadas no se resuelve en un periodo. Requiere de mucho tiempo, de trabajo constante y de muchas manos para ir cambiando poco a poco hasta por fin llegar a un resultado exitoso, que muy seguramente planteará nuevas interrogantes y problemáticas. Así es el camino de los derechos.
La Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres de la Secretaría de Gobernación, junto con el Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, publicó el Estudio Nacional sobre las Fuentes, Orígenes y Factores que Producen y Reproducen la Violencia contra las Mujeres.
En dicho diagnóstico se fundamenta de modo científico que existe un vínculo claro entre la violencia de género y la violencia social; que algunas formas extremas de violencia física hacia las mujeres y niñas, han aumentado de modo exponencial en los últimos años, y que la percepción de la sociedad respecto de las políticas que se han implementado para atender este fenómeno han sido insuficientes.
La lógica elemental nos arroja que, si el Estado no atiende una situación de violencia cuando ésta es incipiente, de modo oportuno y eficaz, ésta puede llegar a convertirse en un caso muy grave, donde se presenten lesiones que pongan en peligro la vida y la integridad de la víctima o de las víctimas ( pensando en que los afectados también puedan ser las hijas e hijos de la mujer dañada); una ausencia (voluntaria o involuntaria) o un feminicidio.
Las políticas públicas de prevención son la forma más eficaz de reducir los índices de violencia. A partir de diagnósticos, encuestas y otros estudios, se ha realizado una labor sólida para identificar puntos focales en que se debe reparar para apagar la posibilidad de que existan situaciones de violencia. Uno de ellos es la franja etaria de entre los 12 y los 17 años. Se deben generar acciones dirigidas a la infancia y adolescencia, a efecto de romper con patrones de violencia aprendidos dentro de los hogares. No obstante de que existe dentro de la Secretaría de Educación Pública un programa muy exitoso dirigido a este sector de la población, no existe un refuerzo contundente dentro de las currículas académicas para lograr una formación a mayor profundidad en las niñas, niños y adolescentes.
Asimismo, existe una veta muy importante a trabajar, que para algunas de nosotras es una reafirmación de lo ya aprendido: la construcción del andamiaje de la igualdad y de la no violencia de la mano con los hombres.
El círculo de la violencia se moverá de modo significativo si se atiende a los agresores, puesto que éstos tenderán en menor medida a buscar una nueva víctima si se encuentran en un modelo de intervención adecuado. Este también es un tema de derechos fundamentales, puesto que, por lo general los hombres aprenden a ser violentos siendo violentados en la infancia, al igual que las mujeres aprenden a ser víctimas de la violencia observando el rol de su madre. Cuando los hombres hacen consciente el origen de su agresividad tienden a controlarla y a buscar dejar de dañarse a sí mismos y a sus parejas y familias.
En otro contexto, si los hombres se percatan de que en la construcción de procesos e instituciones democráticas, ha faltado el peso equilibrado del 50% de la población, con su visión, problemática y propuesta, la evolución del Estado daría un salto cuántico que ampliaría la eficacia y la perspectiva de las decisiones gubernamentales. Las mujeres no hemos gobernado junto con los hombres de modo igualitario.
Las mujeres vamos ganando una actuación protagónica en materias como industria, energía, economía, seguridad nacional, recursos agropecuarios, y del mismo modo que los hombres deberían relevarse en la lucha por los derechos de la niñez, igualdad, violencia contra las mujeres, entre otros temas que siguen siendo repartidos según los roles sexuales tradicionales.
Este ciclo que inicia representa una nueva oportunidad para avanzar. Desde luego existe mucho más por hacer y cientos de metas por alcanzar en una realidad de violencia de género que se ha tejido desde la existencia de la humanidad, pero los pasos dados han sido firmes y sin posibilidad de vuelta atrás. Seguiremos adelante por que todas las mujeres vivan una vida libre de violencia.
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