Después de Raúl Cervantes
La Procuraduría General de la República y las muchas procuradurías locales que sobreviven con el mismo esquema que la general, dependientes y amarradas a su Ejecutivo, son una de las grandes deudas de la construcción de la alternancia en el país.
La ley aplicada con rigor a los enemigos políticos y obviando a los amigos es nuestra peor herencia de los tiempos pasados. La impunidad tiene su origen ahí.
El tema de la corrupción es el número uno en las encuestas, tiene la popularidad del gobierno, los gobiernos y los partidos donde la tiene… Y en décadas no hemos visto que se toque con el pétalo de una rosa a un secretario de Estado, a un subsecretario, al director de una empresa o institución, a algún senador... alguien por favor.
Si la corrupción azota al país, pues debe ser por los marcianos. Porque mexicanos que manejen y decidan sobre el presupuesto, pues no. Ninguno es corrupto según los aparatos de justicia federales y locales del país.
Cada año, la Auditoría Superior de la Federación imprime y reparte un catálogo de irregularidades, faltas, robos abiertos. Nadie, nunca los voltea a ver desde la administración. La oposición no hace su trabajo, el del contrapeso, porque la alternancia los metió a la repartición.
Los gobernadores que hoy están bajo proceso, lo estuvieron cuando ya se habían ido y sus escándalos habían sido documentados por la prensa. Si no, nadie los hubiera tocado, serían senadores o diputados o presidentes de partido, o solo millonarios en alguna playa.
En ese espíritu y por los escándalos no castigados y la presión de la sociedad se creó una fiscalía independiente y autónoma.
Pues ni eso. Colaron un “pase automático” y nombraron a un hombre asociado irremediablemente con el gobierno actual para que se quedara nueve años.
Hoy, una vez más, esa intención parece haber abortado. Por muchas razones, pero hoy no parece haber manera que Raúl Cervantes sea el primer fiscal general. Quien lo intente, cometería la irresponsabilidad de causar una crisis más seria que las que ya hemos visto y afectaría, innecesariamente, la necesarísima construcción de una nueva institución que persiga delitos con eficiencia y sin política, que después permeé hacia las fiscalías y procuradurías de los estados.
Bastante complicado será construir esas nuevas instituciones, como para atorarnos con algo tan obvio como que independiente y autónoma del Ejecutivo quieren decir… Eso.