Lo mágico de The Stranger 80’s
Platicando con una amiga, varios años más joven que yo, sobre la misión en la que hoy estoy felizmente enfrascada (ir a Chile a entrevistar a parte del elenco de Stranger Things), le dije que me tenía que aventar unos de esos maratones de fin de semana para ponerme al día. Ella me vio con cara de sorpresa. “¿No estás al día?” Bueno, será porque a mí me encanta toda la estética de los ochenta que reflejan ahí”, me dijo.
Me tuve que reír de mí misma. Para mí no es que me en cante esa estética, es mi idioma cinematográfico primario. Y del despertar de mi inocencia. Y de cualquier punto de referencia de cómo el mundo ha cambiado. Yo tenía exactamente la misma edad que los personajes principales de la serie y me tocó vivir exactamente esos años por ese lado de la frontera. Creo que estaba guardando mi maratón de lo que me faltaba de Stranger Things para un momento especial. Y mi amiga me hizo darme cuenta del privilegio de haber crecido en un mundo con walkie talkies, grabadoras de colores con las orillas red ondas, teléfonos en los que, aterradora mente, cualquiera podía contestaren tucas ay sobre todo ir por la vida en bicicleta con un grupo de pequeños rufianes con causa.
Claro, nuestra causa no era salvar a nuestro amigo de “el otro lado” pero había una magia al respecto que hacía sentir que así era. Ahora recuerdo las innumerables noches que me quedaba sin dormir viendo el clóset de mi casa, aterrada después de haber visto Poltergeist. Para la gente de mi generación ver Stranger Things es recordar. Para los demás es descubrir. Pero la verdad es que ahora, y desde la primera entrevista que le hice a los chicos hace un par de años, siento una especie de pertenencia emocional por tiempos que para muchos son históricos.
Aún no puedo contarles sobre la temporada tres, lo haré en un par de días, justo a tiempo para que el 4 de julio los fanáticos se avienten días similares a los que acabo de vivir, sumidos ya sea en la nostalgia o en la exploración. Pero tengo que decirles que de todas las caracterizaciones de cómo se veía y sentía la vida en esos tiempos, esta debe ser una de las mejores que he visto.
Curiosamente, o tal vez debido al fenómeno de pasión ochentera, el algoritmo de Netflix me ha estado aventando muchas de las películas que veía en esos tiempos. John Hughes era sin duda un genio. Nunca dejaré de ver cintas como Ferris Bueller’s Day Off o cualquier cosa en la que salga Molly Ringwald. Pero, el otro día viendo Sixteen Candles, casi se me cae la quijada. Hay cosas que en esos tiempos eran absolutamente naturales y que hoy en día serían, de menos, criminales. Un ejemplo: los nerds se llevan ala novia del futbolista, quien está totalmente alcoholizada, para jugar con ella sexualmente y tomarle fotos. Y era completamente asumido como un buen gag. Así que con esa mirada a la realidad, y un nuevo vistazo a Stranger Things, agradezco mucho que no hayan traicionado a la época (los adultos todavía fuman, los adolescentes tienen sexo) ya una sí lograr no ofender las sensibilidades de hoy. No sé a ustedes, pero no solo es la tecnología y la moda lo que cambió, esta es una increíble travesía respecto a cómo hemos cambiado como sociedad.
No solo es la tecnología y la moda que lo cambió, es increíble cómo evolucionó la sociedad