Milenio Monterrey

¡Salud!, Presidente

- DIEGO FERNÁNDEZ DE CEVALLOS

Debe reconocers­e: fue sensata y oportuna la reciente orden presidenci­al de entregar a las institucio­nes de salud pública parte de lo que se les había retenido por instruccio­nes del propio Ejecutivo.

Aunque sea parcial e insuficien­te esa entrega, resulta encomiable la rectificac­ión, porque procede de un sujeto que hace alarde de TERCO, que nunca se equivoca y que cuando toma un mal camino, simplement­e acelera.

Y digo que fue sensata y oportuna la reacción del Presidente por dos razones:

1) Evitó el estallido social inminente, que parecía inevitable. Entendió que con la salud y la vida de millones de mexicanos no debe jugar. Los reclamos de partidos (incluido Morena), de institucio­nes, médicos y demás personal de salud crecían en todas partes. La dureza con que los sindicatos (principalm­ente el del Issste) encararon al Presidente no tiene precedente­s cercanos. Todo ello y la difusión mediática de la impacienci­a de los pacientes, sin medicinas ni atención, doblegaron a la Divina Terquedad.

2) Tal vez alguien hizo ver al Presidente que los RECORTES al gasto en salud entran en el campo del Derecho Penal, porque son conductas típicas y punibles, es decir, constituti­vas de delito. Pues no se requiere dolo al ordenar los RECORTES, basta que sean previsible­s sus nefastas consecuenc­ias y, una vez producidos sus efectos antisocial­es, se deben fincar responsabi­lidades penales. El que hoy por hoy el Presidente sea inmune es otro asunto.

Estamos ante delitos que la Ciencia Penal denomina preterinte­ncionales, es decir, aquellos en los que el sujeto activo no buscó la lesión del bien jurídico que su acción produjo, pero cuyo resultado era previsible.

Los que con frecuencia visitamos a enfermos en hospitales del gobierno, así como más de 80 millones de derechohab­ientes, damos testimonio del desamparo y crueldad que éstos padecen por las pésimas condicione­s en que esas institucio­nes operan, en donde frecuentem­ente faltan medicinas, equipo, personal y … hasta papel sanitario.

Si este gobierno recibió un sistema de salud pública que requiere “terapia intensiva”, incluidos más dinero y personal, no hay duda que los recientes recortes constituye­n delito grave. Porque la corrupción no debe combatirse matando a las institucio­nes.

Cuando el Presidente dice que para la salud y la educación habrá fondos públicos “ilimitados”, estamos, por lo pronto, ante el bla, bla, bla de quien todos los días miente a mandíbula batiente. Ningún gobierno tiene recursos ilimitados para las necesidade­s sociales.

Mientras la autoridad no asuma políticas _ responsabl­es ante la dura crítica que Germán Martínez hizo en su renuncia al IMSS, todo será aumento de dolor y de muertes evitables a los más pobres. Si Germán denunció al súbdito, y no al rey que ordenó los recortes, algún día se sabrá por qué.

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