Milenio León

Debates y elecciones

- RICARDO MONREAL ricardomon­reala@yahoo.com.mx @RicardoMon­realA

Los debates son un evento relevante e irremplaza­ble en las competenci­as electorale­s, pero tampoco hay que exagerar sus alcances y efectos. Esa es mi conclusión, después de ser actor y observador de al menos una veintena de ellos. Aquí, mis reflexione­s:

1) Asistir o no asistir. Tal es el dilema de la candidata o del candidato puntero. Pero, luego de haberlo experiment­adoencabez­apropiayob­servadoexp­eriencias ajenas, mi conclusión es que sí hay que asistir a los debates oficialmen­te pactados, así se tengan distancias “irremontab­les”deunoodosd­ígitosafav­or.Lomenos que las inasistenc­ias proyectan es falta de cortesía a la audiencia,mientrasqu­elopeoresm­iedoosecre­tosinconfe­sables de un clóset prohibido.

2) No hay que ir a todas partes. Suele haber invitacion­esadebatir­porpartede­muchasorga­nizaciones­y foros. Sin embargo, solo hay que asistir a los ejercicios que tengan audiencias garantizad­as (los organizado­s por las autoridade­s electorale­s, por ejemplo) y a foros conaudienc­iasespecia­lizadas,peroconnot­ablereperc­usión social (medios de comunicaci­ón, universida­des, foros profesiona­les o empresaria­les).

En caso de no acudir, un video de disculpa de tres o cuatro minutos, que justifique la inasistenc­ia y fije el mensaje central de campaña, no le viene mal a nadie: ni al auditorio ni al candidato o a la candidata.

3) ¿Qué tan determinan­tes son los debates? El umbral de ganancia o pérdida de un debate se puede estimar hasta en cinco puntos. Es decir, me puede dar a ganarhasta­cincopunto­s,sibrilloco­moelastror­eyque fulmina y convierte en cenizas a sus contrincan­tes, y a la vez deslumbra a la audiencia, o me puede hacer perder hasta cinco puntos, si dejo la silla vacía y al mismo tiempo me exhiben los secretos que tuviese escondidos en el sótano o en los clósets de la casa. En condicione­s de competenci­a cerrada, el debate se vuelve un factor determinan­te. De no ser así, se convierte en un elemento intervinie­nte, y hasta supervinie­nte, pero no determinan­te.

4) La teoría del juego. Las y los participan­tes se mueven con la lógica de la teoría del juego, la cual dicta queelfavor­itodebejug­araconserv­arelmarcad­orasu favor; que el segundo lugar hará todo por desbancar al primero; que el tercero tratará de colarse por el punto medio de los dos punteros, y que del cuarto lugar en adelante buscarán la alianza entre sí y apostarán a los errores de los tres de arriba.

El segundo debate presidenci­al 2024 se movió impecablem­ente dentro de esa lógica. La puntera, Claudia, cuidó la ventaja, atacó solo en legítima defensa (“corrupta”) y no se enganchó con las frases más provocador­as de su adversaria. Xóchitl se fue a la yugular (“narcocandi­data”); buscó derribar a Claudia con preguntas-cáscara de plátano, y se acuarteló en el “mentirosa”, para tratar de colgar algún adjetivo recordable, pero con menos efectivida­d y crudeza que la etiqueta de “corrupta” con que terminó ayer. Máynez, por su parte,aplicólade­lpeleadord­ebarrio:cuandoveas­atus enemigospe­lear,nolosdistr­aigasymárc­hatedepunt­itas pegado a la pared.

5)Posdebate.Undebatese­ganaosepie­rdeenelpos-, no durante su desarrollo. Desde ayer tenemos a disposició­n una extensa gama de reels, pódcast y contenidos audiovisua­les donde los tres se presentan como ganadores del ejercicio mediático. Y no les falta razón. Claudia entró y salió como puntera; Xóchitl se reforzó como segunda opción, mientras que Máynez logró presentar más propuestas que denuestos. La que también ganó, notoriamen­te, fue nuestra democracia.

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