Sergio Hernández. Oaxaca recibe a Mono-Ha
agradezco a la UNAM, a sus museógrafos, curadores y autoridades culturales, y especialmente al público, a los más de 38 mil 256 visitantes;estoymuyagradecidopor suinterésenmitrabajo.Ahoracon esta exposición concluye un ciclo de vida de trabajo, como un creador, como una persona exitosa”.
¿Qué descubrirá el público en la exposición?
Una serie de placas intervenidas que son las matrices de los grabadosquerealicédurantelosúltimos 25 años. Son placas que estaban abandonadas, que abordan los diferentes temas que he trabajado y con las cuales experimenté la intervención directa. Son 49 obras en formatos pequeños, en placas de cobre y zinc, que fueron bañadas en oro de algunos quilates, y después intervenidas con colores que son muy importantes: mercurio (rojo cinabrio), azufre (blanco de plomo), cobalto lavado (azul), cadmio (amarillo) y un poco de negro de aquello que se oculta y que queda como espectro”, dijo.
La historiadora destaca que Sergio Hernández, con más de 30 años de carrera, es un reconocido artista oaxaqueño que ha incursionado en distintas áreas de aplicado con rodillo y después retiradoconpincelotarlatana,que esunatelaparadesentintarlasplacas y reiniciar el proceso de grabado, pero con un sentido diferente al de la impresión, ya que se trata de intervención directa de la propia placa. Se trata de creaciones recientes de los dos últimos años.
¿Por qué el título?
En los años 60 en Japón surgió la revista Provoke, una respuesta crítica y una propuesta activa —estética, filosófica y política—, cuyo manifiesto en su primer número decía: “En este preciso instante, el lenguaje pierde sus referentes concretos —en otras palabras, su realidad— para flotar en el espacio”.
El concepto Mono-Ha (escuela de las cosas) que se puede traducir como “la objetividad de los objetos”, es la búsqueda del valor de los objetos reubicados en nuevos contextos sociales, mentales y conceptuales. la plástica como el grabado, la escultura,
contemporáneo._ la cerámica, la pintura y el dibujo, abarcando simultáneamente elementos del arte popular y el arte
La galería Ñú está en Alpes 980, Lomas de Chapultepec.
¿En dónde hizo las obras? Fueron hechas en Oaxaca, en el taller de Fernando Sandoval, Taller Sangfer, en el cual hemos trabajado muchos artistas y creadores; durante los dos años de pandemia, realicé la serie Sueños y pesadillas, en la que tomé como referencia las fotografías de Provoke.
¿Qué lo inspiró?
Mi inquietud surgió en mis viajes por Japón, y tiene que ver con esta serie de cuadernos y revistas de innovación en impresiones muy pobres, en blanco y negro, una especie de testimonio de la vida en la isla de Okinawa, de las bases militares norteamericanas, y de la vida en Jinbocho, muy marginados durante la época de la posguerra. Como mis obras son gráficas, me inspiré en esta revista.
¿Qué hay de los colores utilizados?
Como en el nombre, Mono Ha, la escuela de las cosas, que es la escuela de los materiales y los procesos de estos mismos, que trata de la nada y el vacío —un concepto muy importante en la fotografía—, lo que hice fue volver a retomar las placas con el color y aplicar lo mínimo del color, y que apliqué con gotas de tonos, tratando de que apareciera un fantasma que es Buda.
El oro que ilumina
Nidia Rosales, curadora de la exposición, apunta: “En buena parte de la muestra, el oro ilumina los dibujos escarbados, resaltando su belleza y la carga altamente figurativa de las escenas. En otros casos, el rodillo y las tintas han ocultado los trazos anteriores. Sergio Hernández resalta en Mono-ha la plasticidad de la imagen transmutada en objeto abierto a múltiples capas de significado y temporalidades, haciéndonos partícipes de otra clase de narrativa artística”.