algunas torres y cúpulas que se cayeron, que serán objeto de reconstrucción con toda la información técnica y los planos que ya existen”, comentó.
Desde la perspectiva del funcionario, nada hay que no se pueda recuperar, por lo cual se echaron a andar los instrumentos que se han adquirido con el paso de los años, como la ingeniería especializada en seguridad estructural, “que nos obligó a modificar los reglamentos de construcción de 1987, y la creación del Centro Nacional de Prevención de Desastres Naturales (Cenapred). “Los monumentos están lastimados en distintos grados. Algunos tienen fracturas que ponen en riesgo alguna parte de su conjunto arquitectónico. Terminó lastimada la Catedral de México, el monumento religioso más importante; en cambio, el Palacio Nacional está indemne. “Pero si la Catedral está muy lesionada, está en pie. Tendremos que restaurarla, y quizá no haya acceso a las torres hasta que se reparen. Se cayó la escultura de Manuel Tolsá, pero nos dimos cuenta de que él no las ancló sino que simplemente estaban sobrepuestas. Necesitamos revisarlas, restaurarlas y ver si las volvemos a subir o si ponemos réplicas y a las originales las dejamos para el museo catedralicio que algún día se tendrá que hacer”, enfatizó Delgado Lamas.
El experto destacó que si bien los monumentos mayores de nuestro país requieren de una revisión estructural profunda después del movimiento, al final es parte del trabajo cotidiano de la institución a su cargo: “Es como cuando te caes: te levantas todo adolorido, pero te tienes que revisar a ver si no tienes una lesión más grave”.