Habrá que ponerle a las cajas letreros que digan “respete la ayuda y yo respeto sus huevos”. Adjudicarle guardaespaldas a las cajas y llevarlas en vehículos para traslado de valores. Que los brujos del mercado de Sonora y de Catemaco le echen la maldición jarocha a las ratas de dos patas: “20 años sin orgasmos a quien se lleve las cajas”. Que la gente también done chips de localización para verificar que las despensas sean entregadas en tiempo y forma. Que los políticos y funcionarios que escondan la ayuda, como ya ocurrió en Guerrero después de los huracanes Ingrid y Manuel sean enviados a Corea del Norte con una playera que diga “Kim Jong-un, soy tu padre” o al Estado Islámico con su jersey de los Yanquis. Los gobernadores y funcionarios que hagan proselitismo con la ayuda y a costillas de la tragedia, deberán ser destituidos a la brevedad y sin derecho a hueso por el resto de sus días. Las personas que sangren las despensas serán acreedores a un VTP con destino al Penal de Topo Chico, infierno grande para que mediten si valió la pena la ordeña de recursos. En carreteras de alto riesgo habrá que transportar las despensas en camiones con logos de alerta radioactiva: si sufren una volcadura, los habitantes de zonas aledañas no se les acercarán para evitar la tradicional rapiña de carretera.