SIRIA Y LA “LÍNEA ROJA” EN LA UTILIZACIÓN DE LAS ARMAS QUÍMICAS
Fue Barack Obama quien en 2013, a punto de atacar Damasco tras un embate en Guta, reculó por temor a Bashar Asad
Desde marzo de 2011, el conflicto sirio ha dejado al menos 350 mil muertos, en su mayoría víctimas de las ofensivas y los bombardeos del gobierno de Bashar al Asad para reconquistar las zonas en poder de la rebelión. El porcentaje de quienes han sucumbido a las armas químicas es mucho menor, pero el tema de esas armas no solo importa a Estados Unidos, sino también a los europeos, en especial a Francia.
Así lo considera el diario LeMonde, para el cual el empleo de tal arsenal se considera, en sí mismo, “una línea roja” al ser prohibido por la Convención Internacional sobre las Armas Químicas (CIAC) ratificada por 192 Estados, y finalmente incluso por Siria —uno de los principales detentores— en 2013 para evitar los advertidos ataques de EU y Francia.
Pero, añade el diario, a pesar de los compromisos asumidos, el régimen sirio conservó una parte de su stock y está acusado de utilizarlos el pasado sábado en Duma, en las afueras de la capital Damasco, desafiando la ley internacional con el apoyo de Rusia. “Lo que está en juego —añade— es la lucha contra la proliferación de las armas de destrucción masiva”.
Pero, ¿dónde surge la idea de una “línea roja”? Fue el presidente Barack Obama quien lanzó esta expresión en 2012 para responder a los que, en el seno del mismo Partido Demócrata, lo incitaron a apoyar más activamente una revolución en Siria contra la dinastía de los Asad, cuando los rebeldes islamistas todavía eran marginados. Pero, dice Le Monde, “reticente a comprometer a su país en un nuevo teatro de operaciones –cuando EU aún permanece desde 2001 en Afganistán y mantiene tropas en Irak–, Obama aseguró entonces que “si nosotros empezamos a ver cantidades de armas químicas desplazadas o utilizadas, esto cambiaría mi ecuación”. Y agregó que se trataría “de una ‘línea roja” que tendría “consecuencias enormes”.
El 21 de agosto de 2013, Obama se encontró con que los bombardeos en el distrito de Guta, cerca de Damasco y donde se encuentra Duma, dejaron más de mil 400 muertos, entre ellos numerosas mujeres y niños. Los síntomas no dejaron casi duda: se trató de un gas neurotóxico del tipo sarín que sólo tiene el ejército sirio.
Washington, Londres y París, la capital de Occidente más comprometida con el apoyo a la rebelión, discutieron golpes aéreos para castigar a Damasco, pero el Parlamento británico se opuso y Obama temió las reacciones del Congreso. Es así como renuncia a lanzar la operación cuando todo estaba listo, incluyendo los cazas franceses Rafale. El presidente ruso Vladímir Putin aprovechó la ocasión para ofrecerse de mediador. El arsenal químico de Siria sería destruido bajo la tutela de la ONU y de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas.
Obama se justificó en una larga entrevista con la revista The Atlantic y dijo que consideró que, aun cuando EU pudiera infligirle daños a Bashar Asad, “no podremos con disparos de misiles eliminar sus armas químicas”.
Dijo temer, además, que un Asad que hubiese sobrevivido políticamente a los ataques “pueda pretender desafiar con éxito a Estados Unidos”.
Al contrario, recuerda Le Monde, el presidente francés Francois Hollande sigue convencido aún hoy que se trató de “una ocasión perdida que pudo haber cambiado el curso de la guerra”.