Las huelgas eran diarias en el mundo industrializado
El capitalismo rampante veía mal el deseo de que esas pobres gentes, esa carne de cañón, quisiera mejorar sus vidas que eran brutales
Un diario de El Paso publicó un editorial en el que hablaba sobre los patrones y los trabajadores. Y ponía como chanclas viejas a los obreros, como ávidos de lujos, de prebendas, de días libres, de derechos humanos que por cierto no era una cosa usual por esos tiempos, apenas si se iba forjando el concepto de las garantías individuales.
Las huelgas eran diarias en el mundo industrializado. El capitalismo rampante veía mal el deseo de que esas pobres gentes, esa carne de cañón, quisiera mejorar sus vidas que eran brutales. Casi todos los obreros venían del campo y se enfrentaban a la horrenda realidad de las ciudades, al hambre, a la enfermedad y a la muerte en las fábricas.
El redactor veía aquello como justo y necesario. Tildaba de tiranía a la organización obrera y destacaba como válidas las virtudes del capitalismo. El trasfondo era el temor al socialismo soviet, que tampoco vino a arreglar nada, pero que planteaba al menos, que existía la posibilidad de otras cosas, que también hemos perdido.
Italia temía un movimiento revolucionario que presuntamente buscaba tumbar la monarquía de Víctor Manuel III, quien se había portado a la altura en la gran guerra. Vendría el año 1922 con Mussolini y la cosa cambiaría, pero por entonces el rey era querido y lo peor, se presumía que el que encabezaría la revuelta iba a ser un amiguis íntimis del héroe poeta soldado Gabrielle D´Anunzzio.
Parecía ser que Felipe Ángeles había sido abandonado por todos. El entonces gobernador del Distrito Federal, Federico González Garza, escribió al presidente Carranza una carta en la que hacía intercesión para que el ex federal no fuera ejecutado, pues ciertamente, Ángeles fue leal a la causa carrancista. Se esperaba el fallo del tribunal de guerra para ese mismo día.
En Tapachula, Chiapas, fue descubierto un maléfico cargamento de goma de opio que provenía de Guatemala y se especulaba que era una novedad esa de pasar drogas por la frontera sur que francamente ha estado siempre descuidada. Autoridades sanitarias se quedaron con el cargamento.
Algunos industriales estuvieron diseminando toda clase de infundios para que los productores de algodón no exportaran y salió el peine que el plan era acaparar la fibra para después los mismos industriales, hacer la comercialización por su cuenta con beneficios pecuniarios.
Los juicios de divorcio eran raros. En esta ciudad se dio el de los Arellano, que tenían siete años de no vivir juntos, así que el señor pidió el divorcio, y quería quedarse con los dos hijos que tenían y que durante ese periodo habían estado con su mamá. Como la señora no quiso, se le declaró en “rebeldía”. Al final, ella conservó la patria potestad.
Seguían pendientes asuntos previos, como el de Jenkins, cuyo fallo iba a ser pronunciado probablemente para la semana que seguía, fallo que se esperaba con ansias locas. También estaba vigente en lo local, el crimen del señor Mario Arzave en el rancho Otilia en San Pedro, donde la gente estaba muy indignada.