El problema no es el Cisen, es nuestro Cisen
Todo gobierno necesita recolectar y procesar inteligencia. Es parte de lo que le permite hacer su trabajo, prevenir algunas cosas, es un elemento en la construcción de la gobernabilidad de un país.
En otros países nadie discute que los candidatos presidenciales necesitan protección policiaca de parte del Estado, por ejemplo. Acá, pues sí. Y son esos mismos aparatos policiacos —en Estados Unidos es el Servicio Secreto— que analizan riesgos a la seguridad de los candidatos. Aquí no.
Aquí por alguna razón mandamos a agentes del Cisen a seguirlos cual reporteros asignados a la cobertura.
Ya Andrés Manuel López Obrador había mencionado al Cisen investigándolo, y hasta ha dicho que de ganar lo desaparecería, lo que suena a una locura o a una idea bastante cuestionable dejar toda la recolección de in- teligencia en manos de las fuerzas armadas, que tienen poderosos aparatos paralelos al del Cisen. Tal vez necesitamos otro Cisen. Ayer, Ricardo Anaya dio a conocer el video de un momento en que reconoce y saluda al agente del Cisen que viene siguiéndolo. Unas horas después, el secretario de Gobernación reconoció que todo era cierto. Su explicación es tan farragosa como la presencia del Cisen en la campaña.
Recordó que la propia Constitución prevé las actividades que puede desarrollar el Cisen; por lo que garantizó que este seguimiento de ninguna manera implica una intromisión a la vida privada o una violación a la ley. “No se trata de un caso de espionaje ni de espionaje a opositores ni de medidas de carácter clandestino, creo incluso que la forma en que se presenta esta persona, pero si fuera una investigación clandestina sería demasiado burda”.
Ahora, el Cisen, según el propio Cisen, “carece de atribuciones en materia de prevención del delito, seguridad pública o procuración de justicia. La misión del personal adscrito al Cisen es realizar labores de inteligencia para preservar la integridad, estabilidad y permanencia del Estado mexicano. Las tareas de inteligencia corresponden a labores de investigación documental o de campo acotadas estrictamente al respeto de los derechos humanos (artículo 31 de la Ley de Seguridad Nacional)”.
Si no están ahí para prevenir un delito, ¿en qué parte de eso cabe mandar a un agente en una camioneta a seguir a un candidato? A mí no me queda claro. Esa es la explicación que debe dar el Cisen. Pero nuestro Cisen nunca explica nada. Tal vez de ahí se origina la desconfianza y la suspicacia.