Milenio Laguna

Sin libertad no hay escritura, dice Almudena Grandes

La autora aún piensa en la historia de los pueblos y en la necesidad de ofrecer nuevas lecturas del pasado, aprovechan­do las herramient­as de hoy

- Jesús Alejo Santiago/ México

Hace poco más de una década, la escritora española Almudena Grandes comenzó una travesía histórica alrededor de una época del pasado de España de la que aún se puede contar mucho, a pesar de que se han escrito miles de páginas sobre el triunfo del franquismo, los años de la dictadura y la presencia de la Segunda Guerra Mundial.

Todo su proyecto lo denominó Episodios de una guerra interminab­le, el cual estaba guiado por la necesidad de rescatar historias del olvido y de proponer una lectura distinta a la versión oficial, para que sea conocida por los lectores de hoy, “aunque las nuevas generacion­es no estuvieran interesada­s, o precisamen­te por eso, porque en cualquier caso hace falta poner los ladrillos para crear una versión de la propia historia. “Y, antes o después, ellos también la van a necesitar, porque más allá de que los historiado­res españoles hayan hecho su trabajo, si las institucio­nes educativas o el Estado no están interesado­s en que las cosas cambien, se trata de un esfuerzo que no termina por calar en la sociedad y, sin embargo, esos libros están allí”.

Una reflexión de la escritora madrileña que no se sujeta a los lectores españoles. Piensa en la historia de los pueblos y en la necesidad de ofrecer nuevas lecturas del pasado, aprovechan­do las herramient­as con las que se cuente, en su caso la mezcla entre hechos reales y la ficción literaria. “Si un autor no se siente libre para crear, para inventar, no puede escribir nada que merezca la pena; pero cuando te basas en un hecho real, cuando te vas a apropiar de personajes históricos reales, es fundamenta­l no ser desleal con ellos. “La norma de la literatura es la verosimili­tud; de lo que se trata es de pensar que si esto que me estoy inventando existiera, tengo que llevarlos a los sitios a los que ellos o ellas hubieran ido y hacerlos decir lo que hubieran dicho. Eso es una cosa que complica mucho la vida, pero al final es lo único que permite que los personajes de ficción puedan interactua­r con los reales, en el mismo plano”, explica Grandes.

Los sobrevivie­ntes

El proyecto literario de Almudena Grandes comenzó con Inésy la alegría, le siguió El lector de Julio Ver ne, Lastres

bodasde Manolita y, la más reciente, lleva por título Lospa

cientes del doctor G ar cía—todas aparecidas en México bajo el sello de Tusquets—, obras que le han permitido a la escritora satisfacer un impulso moral: dirigirse al lector español contemporá­neo y decirle: “Aunque no lo sepas, aquí vivieron este señor y esta señora. Hicieron todo esto y lo hicieron por ti, para que vivas en una democracia, para que tengas libertades y derechos. “Incluso hay algo emocionalm­ente más valioso para mí: si tomamos en cuenta que la democracia española nunca le ha dado las gracias a los resistente­s antifranqu­istas, esta es una forma de dárselas. Cuarenta años de dictadura moldean las conciencia­s de un país entero de una forma que no se desvanece en el tiempo porque no quieras mirar en esa dirección; 40 años de dictadura no desaparece­n, porque alguien crea que es mejor que no se piense en ello”.

Desde la perspectiv­a de Almudena Grandes, en España se ha producido un relación muy rara de la democracia con la memoria de la dictadura y con la democracia previa, que fue la República, ha creado muchos monstruos, porque si bien su sistema democrátic­o es homologabl­e con el de las democracia­s europeas, hay historias que deben ser contadas, “y si no lo hago yo, no lo hará nadie”. “A veces pienso que la transición española se parece a una escena de MaryPoppin­s: cuando está lloviendo los niños y la niñera salen de casa, y en la puerta del parque está su amigo, quien pinta con colores y toma a los niños de la mano y les dice: ‘Cerrar los ojos y saltar’. A los españoles les dijeron: ‘Cierren los ojos, tómense de las manos y a saltar. Todo lo que no había ahora estará, y no miremos hacia atrás, sino al futuro’”.

Todas las historias que conforman Episodios de una guerra interminab­le cierran en 1964, aunque cuentan con un epílogo ambientado durante la llegada de la democracia española, dentro de una propuesta que todavía no termina: aún faltan un par de novelas que van más allá de lo histórico, comenta finalmente Almudena Grandes.

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HÉCTOR TÉLLEZ “Cuarenta años de dictadura no desaparece­n porque alguien crea que es mejor que no se piense en ello”.

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