La furia de Trump, el silencio de gobierno y candidatos
Ayer,T he Washington Postre construyó con múltiples fuentes adentro de la Casa Blanca y con legisladores la reunión aquella en la que Donald Trump terminó diciendo que no quería que llegaran a Estados Unidos migrantes de “países de mierda”.
Más allá de la nefasta expresión, lo que describe es a un Trump concentrado en el espíritu de la política migratoria estadunidense, aquella que ha permitido al país su diversidad, la que está inscrita en la Estatua de la Libertad.
Así lo dijo múltiples veces en campaña, así ha actuado. No es, pues, una sorpresa.
Sus condiciones, por ejemplo, para revivir el programa DACA, el de los dreamers, deja claro que solo beneficiará a los jóvenes que llegaron como niños a Estados Unidos si el Congreso le permite endurecer a niveles nunca vistos otras medidas de persecución de migrantes y cierre de la frontera, así como de maneras legales para estar en Estados Unidos.
Ayer mismo, el Departamento de Justicia dijo que acudirá directamente a la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos para que revierta la decisión de una corte que dio alivio temporal a los beneficiarios de DACA. La semana pasada, por ejemplo, las autoridades migratorias comenzaron redadas en los 7 Eleven, como parte de una campaña para que nadie dé empleo a los indocumentados. En ese contexto, la declaración de ayer de la secretaria de Seguridad Interior, de que al final del DACA, los dreamers no serán prioridad de deportación, vale muy poco. Se convertirán en jóvenes universitarios sin posibilidad de trabajo, acosados y obligados a la oscuridad.
Trump ha tuiteado, en días recientes, que el DACA está probablemente muerto, por culpa de los demócratas. Y ayer utilizó estadísticas de terrorismo para empujar su agenda antimigración. Está en la furia y mucho de esto se podría decidir muy pronto.
Frente a todo esto, más allá de algunos programas de refuerzo de ayuda legal, el silencio político del gobierno, y sobre todo de los candidatos a la Presidencia es ensordecedor.
La mayoría de los dreamers son mexicanos, el muro y el reforzamiento de la frontera pone en peligro a mexicanos. Las redadas en lugares de trabajo afectan sobre todo a mexicanos. ¿A alguien le importan? Más allá de venderle un avión, ¿alguien tiene una idea para lidiar con ese señor los próximos años?