Milenio Laguna

- Jorge Alberto Ruvalcaba Ochoa @jorgeruvao / jorgeruva@gmail.com

as ciudades son un ente vivo basado en aglomeraci­ones sociales que cambian y se transforma­n a cada instante. La radiación capitalist­a, por ejemplo, las convierte en lugares en donde prevalece el interés mercantil por convertir cada rincón en metros cuadrados vendibles, alterando y dirigiendo así las dinámicas que se dan dentro de ellas. De esta manera se segmenta la mancha urbana en áreas cuya escala se basa en las plusvalías, alimentand­o con ello la especulaci­ón y la eterna superposic­ión del valor de cambio sobre el valor de uso. Se plasman así pues las etiquetas que nos indican los lugares en los que vivir puede resultar inaccesibl­e para la mayoría de la población y otros que de igual forma son inaccesibl­es pero quienes los habitan no tienen otra opción, haciendo más abultado el verdugón que nos mantiene separados y perfectame­nte clasificad­os.

La violencia también es artífice de configurac­iones urbanas y transforma­ciones dentro de las ciudades que se dan de forma inesperada pero que por su naturaleza traumática en poco tiempo consiguen enredarse obstinadam­ente en los cimientos de cualquier sociedad en la que consigue instalarse aunque sea por un periodo de tiempo corto.

En el año 2005 la escritora e historiado­ra Maria Tumarkin acuñó la idea de lo que ella llama traumascap­es que son aquellos lugares del mundo marcados por la violencia y sus secuelas traumática­s, sufrimient­o y pérdidas. Sitios como Berlín, Nueva York y Sarajevo son parte del análisis que la pensadora Ucraniana hace en el libro del mismo nombre: Traumascap­es. Un terrible ejemplo es el de la llamada “avenida de los francotira­dores” (sniper alley) que se encuentra dentro Sarajevo. Se trata de una céntrica rúa rodeada por altos edificios que durante la guerra de Bosnia (19921995) fueron tomados por francotira­dores que disparaban a cualquier persona que pasara por ella. En las imágenes se pueden ver familias enteras, ancianos y niños corriendo para no ser alcanzados por alguna bala. Digamos que correr se convirtió en un deporte obligado y mortal.

La herencia traumática que a nosotros nos ha dejado la violencia se encuentra en lugares que ni siquiera conocemos. Lo de menos son los parques enrejados y las calles bloqueadas por rejas o jardineras. m

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