Volver a Octavio Paz
La inusitada protesta que se extendió por algunas ciudades cubanas contra el neocastrismo resucitó algunos fantasmas y una palabrería propios del siglo XX, animó batallas de algunos nostálgicos con la bandera de la hoz y el martillo que pronto se pusieron en la primera línea para vituperar al maligno imperialismo, por supuesto, en momentos en que la misma China, la China comunista, cultiva el capitalismo más salvaje que haya existido sin atreverse a emparejarlo con una glásnost ante el peligro de un derrumbe como el soviético.
Testigos además de la resurrección de una seudoguerra fría con las baladronadas que han cruzado Vladímir Putin y Joe Biden en fechas recientes, resulta difícil olvidar las lecciones de Octavio Paz, uno de los principales críticos del comunismo estalinista, al que pasa por fuego lento, en sus versiones de Europa Oriental y latinoamericana, en aquel gran libro titulado Itinerario.
La mirada prospectiva de Paz, sin embargo, fluyó hacia otros horizontes adyacentes a la geopolítica y a la lucha política propiamente dicha. Su oposición a los excesos del comunismo lo llevó a ser amigo de personajes que huyeron junto con Trotski a México y con los que más tarde encontró una ventana al surrealismo, del que siempre dijo que fue parte de forma tardía.
En medio de un ambiente de posguerra que obligaba el surgimiento de bandos, Paz logró ver, desgranar y condenar el fenómeno peculiar que el comunismo generaba en la cultura. Cuando los surrealistas se quisieron acercar, el resultado fue un desastre. Cuando los existencialistas hicieron su esfuerzo, la cerrazón roja se impuso. En resumen, era imposible entablar un diálogo, ni siquiera desde esos movimientos culturales e intelectuales de amplio impacto, con la pared estalinista.
Cuando hoy una franja nutrida del pueblo lanza un SOS a seis décadas de castrismo y el “camarada” Daniel Ortega hace deslucir la dictadura somocista, a la que combatió y derrocó el siglo pasado, con la represión y el alargamiento de su poder, es hora de revisar los momentos clave de esas historias alternas, con la caída del Muro de Berlín, el derrumbe soviético, el experimento chino y el largo estancamiento de Cuba y Nicaragua.
Uno de los principales críticos del comunismo estalinista