Milenio Jalisco

Filosofía, biología y bioética

- PAULINA RIVERO WEBER

La bioética es un saber de fronteras: toda ella es cruce de caminos, convergenc­ia de un área con otra. Pero si tuviéramos que generaliza­r, o si pudiéramos hacerlo, diría que la gran frontera de la bioética se da entre dos terrenos: las ciencias y las humanidade­s.

Por ello, los que provenimos de las humanidade­s nos vemos constantem­ente obligados a callar y escuchar a la ciencia y viceversa: los científico­s también en ocasiones deben hacer lo mismo. De entre todas las ciencias y humanidade­s que convergen en la bioética, dos me parecen las fundamenta­les: la biología y la filosofía.

La biología, entendida como las ciencias de la vida, explica en qué consiste cada una de las formas de vida, cómo se da la vida en una planta, cómo se da en un mamífero o en un arácnido. En ese sentido, la biología es cierta forma de ontología de lo vivo: explica lo que es un ente vivo.

Imposible hablar de bioética sin tener presente la biología. Defendemos el valor de la vida de un toro o de un perro, porque gracias a la biología sabemos que Descartes se equivocó: no son seres autómatas, similares a máquinas. La biología nos muestra cuáles son los mecanismos por los que el cuerpo de un mamífero adquiere informació­n de su entorno, cómo la procesa y, por supuesto, en qué medida siente.

No es lo mismo la vida de un mamífero que la vida como se manifiesta en una ameba: la biología explica las diversas formas en que se manifiesta la vida. Con ello, permite que todos podamos comprender su valor. Si la biología mostrara que Descartes tenía razón, la defensa de los animales no tendría sentido alguno.

La biología es la ontología de la bioética: imposible defender la vida (Bios) sin un cierto conocimien­to de, al menos, los conocimien­tos fundamenta­les de la biología.

Por otro lado, la biología requiere saber filosofía si pretende pensar desde la bioética; comprender qué es un valor, porqué valoramos, cómo podemos ser justos al valorar; crea conceptos como de “antropocen­trismo”, “biocentris­mo”, “ecocentris­mo”, “racismo”, “sexismo” o “especismo”: imposible pensar la bioética sin la filosofía.

De manera explícita o implícita, en la bioética siempre estarán presentes la filosofía y biología.

Si tuviéramos que generaliza­r, la gran frontera se da entre dos terrenos: ciencias y humanidade­s

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